Crítica:LA PELÍCULA DE LA SEMANA

Negra, sofisticada y olvidable

Desde hace tiempo resuena hasta el mareo en mis oídos el nombre de Guy Ritchie. No en función de su suntuoso oficio sino por haberse casado con Madonna, por separarse, por sacarle un pastón en el divorcio a la inamovible reina del marketing. Imaginas, por tanto, que este señor posee un especial atractivo, pero es fácil que ese torrente informativo sobre las circunstancias de su actual existencia te haga olvidar que su profesión es la de director de cine con parroquia moderna y fiel. Gracias a Lock & stock, que no he visto nunca y a la tan venerada como para mi gusto insoportable ...

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Desde hace tiempo resuena hasta el mareo en mis oídos el nombre de Guy Ritchie. No en función de su suntuoso oficio sino por haberse casado con Madonna, por separarse, por sacarle un pastón en el divorcio a la inamovible reina del marketing. Imaginas, por tanto, que este señor posee un especial atractivo, pero es fácil que ese torrente informativo sobre las circunstancias de su actual existencia te haga olvidar que su profesión es la de director de cine con parroquia moderna y fiel. Gracias a Lock & stock, que no he visto nunca y a la tan venerada como para mi gusto insoportable Snatch: cerdos y diamantes, este creador tan sofisticado y excéntrico en sus tramas y tono narrativo se ha ganado un notable prestigio crítico y sólido crédito comercial.

ROCKNROLLA

Dirección: Guy Ritchie.

Intérpretes: Gerard Butler, Tom Wilkinson, Mark Strong, Thandie Newton, Idris Elba, Toby Kebbell.

Género: thriller. Reino Unido, 2008.

Duración: 114 minutos.

RocknRolla (cuánto esfuerzo imaginativo en elegir títulos raritos y con pegada) también va de gánsteres. De los dueños ancestrales del negocio y de pringados audaces que se atreven a hacerles la suicida competencia. Y, cómo no, también interviene en la movida la temible mafia rusa, tan de moda ella, representada por un magnate con afición a la especulación inmobiliaria y a comprarse un equipo de fútbol inglés. Y aunque el tópico asegure que la ficción no tiene nada que ver con la realidad, hasta el espectador más desinformado encontrará un alarmante parecido entre este personaje tan poderoso y retorcido y un tal Roman Abramovich.

Veo sin desidia esta intriga con pretensiones de mordacidad, humor entre surrealista y negro, diálogos autoconvencidos de su agilidad y su gracia, asesinos con pedigrí, situaciones con vocación de hilarantes, cinismo con toque intelectual, actores molones, tesis descreída. No hay nada que me apasione especialmente pero tampoco que me disguste, aunque una semana más tarde me cuesta cierto esfuerzo recordar su argumento y sus imágenes. Me la zampo con la misma facilidad que la olvido.

Lo que más me atrae es ver la facilidad de ese inmenso actor llamado Tom Wilkinson para interpretar a los personajes más variados. También observar en cine a Idris Elba, el apasionante villano Stringer Bell de mi amada serie The wire.

Mark Strong (izquierda) y Tom Wilkinson, en un fotograma de RocknRolla.
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