Tribuna:Economía global

Desbarajuste fenomenal

Con todo lo que viene pasando en la economía mundial, las fascinantes disquisiciones de estos últimos años acerca de si las economías de los países avanzados se desacoplaban o no respecto a las economías de los países emergentes se quedan un tanto fuera de lugar. Sí, parecía que los motores emergentes funcionaban con su propio combustible y que iban a un ritmo distinto del de los motores avanzados (de-coupling, desacoplamiento). Pareció más tarde que volvían a acompasar sus tiempos (re-coupling, reacoplamiento). ¿Y ahora, qué tenemos?

Pues tenemos un mess-couplig, e...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Con todo lo que viene pasando en la economía mundial, las fascinantes disquisiciones de estos últimos años acerca de si las economías de los países avanzados se desacoplaban o no respecto a las economías de los países emergentes se quedan un tanto fuera de lugar. Sí, parecía que los motores emergentes funcionaban con su propio combustible y que iban a un ritmo distinto del de los motores avanzados (de-coupling, desacoplamiento). Pareció más tarde que volvían a acompasar sus tiempos (re-coupling, reacoplamiento). ¿Y ahora, qué tenemos?

Pues tenemos un mess-couplig, es decir, un desbarajuste fenomenal en la economía global provocado por el catarro americano de las subprime (hipotecas concedidas a prestatarios de baja solvencia), la pulmonía de los productos estructurados a partir de aquéllas, la parada respiratoria crediticia (de-leveraging, desapalancamiento, lo llaman también) y el daño duradero del tejido productivo y el empleo a escala global. Este desbarajuste se traduce en que todas las economías sin excepción registrarán algún que otro episodio recesivo, o ya lo están registrando, azotadas por condiciones financieras, deficiencias de demanda agregada, aversión al riesgo de los agentes económicos, reajuste de los tipos de cambio y desplome de los precios de las materias primas que, en buena medida, afectan a todas las economías, aunque algunos de estos episodios afecten de forma especialmente severa a uno u otro tipo de economías.

La contracción del comercio mundial y de la inversión extranjera directa y la deflación de los precios de las materias primas cambiarán por algún tiempo el régimen de funcionamiento de muchas economías emergentes. Los países del Este de Europa, más afectados por la financiación, ya están sufriendo rebajas relevantes en los ratings de sus emisiones soberanas, al igual que las economías dependientes de las materias primas. El Fondo Monetario Internacional está en estos momentos revisando sus previsiones de crecimiento de noviembre y prevé un -2% para los países avanzados y un estancamiento del PIB mundial. Los grandes emergentes crecerán a ritmos mucho más bajos que en el pasado, claro, quizás entre el 3% (India) y el 5% (China). No se crean que crecer al 5% en China es para tirar cohetes. El aumento de la productividad del trabajo y de la población activa en esa economía son tales que creciendo por debajo de esa cifra, dicen los expertos, es como si estuviese en recesión. ¿Cómo llamarán entonces, en ese país, crecer al -2%?

En definitiva, la economía mundial ha entrado en una situación en la que todas las economías están en un pésimo ciclo económico y en las cuales el deterioro económico se expresa según especificidades locales que hasta ahora no se habían visto. Esto es un verdadero desconcierto, un acoplamiento, si es que se puede aplicar esta palabra a la situación actual y venidera, tan confuso y desastroso que, si se pudiera hacer, convendría pararlo todo y empezar de nuevo, tomando buena nota de los errores, fechorías y excesos que no deberíamos repetir si nos diesen esta segunda oportunidad.

José A. Herce y Álvaro F. Lissón son profesores de la Escuela de Finanzas Aplicadas.

Archivado En