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El Santander anima el cotarro

Los rivales del banco pueden beneficiarse del éxito de su ampliación de capital

La asombrosa ampliación de capital de 7.200 millones de euros efectuada por el Banco Santander a comienzos de mes ha situado a sus homólogos en una montaña rusa emocional.

En un principio, los rivales más débiles del banco español se enfadaron y frustraron, porque la medida les hacía más difícil sostener que podían arreglárselas sin ampliaciones de capital propias. Eso se convertía en miedo la semana pasada, cuando las acciones del Santander caían hasta acercarse peligrosamente al precio de emisión de las acciones nuevas, planteando la embarazosa perspectiva de que los suscriptores tuvi...

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La asombrosa ampliación de capital de 7.200 millones de euros efectuada por el Banco Santander a comienzos de mes ha situado a sus homólogos en una montaña rusa emocional.

En un principio, los rivales más débiles del banco español se enfadaron y frustraron, porque la medida les hacía más difícil sostener que podían arreglárselas sin ampliaciones de capital propias. Eso se convertía en miedo la semana pasada, cuando las acciones del Santander caían hasta acercarse peligrosamente al precio de emisión de las acciones nuevas, planteando la embarazosa perspectiva de que los suscriptores tuvieran que pagar la cuenta. De hecho, la emisión ha disfrutado de una fuerte suscripción, y esos mismos rivales pueden ahora respirar con alivio.

La suscripción de acciones nuevas ha puesto a prueba el deseo de los inversores de fortalecer los recursos propios del sector bancario español. Si el Santander, uno de los ganadores relativos de la crisis financiera, no hubiera sacado esto adelante, ¿qué esperanza tenían sus homólogos? Las ampliaciones de capital habrían quedado de repente fuera de su alcance, justamente cuando la necesidad de capital de los bancos había quedado de manifiesto. Standard Chartered, el prestamista a mercados emergentes que lanzaba esta semana su propia ampliación de capital, y otros posibles emisores deberían sentirse aliviados.

No es seguro que el éxito del Santander garantice el mismo resultado para quienes sigan sus pasos. Pero hay razones para el optimismo. Los inversores institucionales llevan más de un año vendiendo acciones de instituciones financieras. La mayoría andan muy escasos en el sector, y podrían verse atraídos de nuevo, en especial cuando un emisor confía en fortalecer una posición financiera ya ventajosa.

En cuanto al Santander, su core capital debería rondar pronto el 7%. Eso aminora un poco la presión para vender activos. Pero no debe abusar de su suerte. Ha prometido no malgastar su nuevo efectivo en adquisiciones. Los accionistas tienen todo el derecho a esperar que el banco mantenga su palabra.

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