'Soleil' y sombra
Pasen y vean. Si el circo es el mayor espectáculo del mundo, el Cirque du Soleil es el ápice. Cierto que hay compañías más compactas y jondas, pero ninguna con tanta visibilidad internacional: ésta ha creado una afición masiva por el género. Varekai, su último trabajo, es una lección de vuelo sin motor, un catálogo de números aéreos expresivos y bien ejecutados. Empieza con un hombre araña blanco, tejiendo su red angelical, y acaba con unos acróbatas que, disparados desde un columpio, aterrizan de pie sobre las muñecas entrelazadas de sus compañeros.
Entremedias, una contorsionis...
Pasen y vean. Si el circo es el mayor espectáculo del mundo, el Cirque du Soleil es el ápice. Cierto que hay compañías más compactas y jondas, pero ninguna con tanta visibilidad internacional: ésta ha creado una afición masiva por el género. Varekai, su último trabajo, es una lección de vuelo sin motor, un catálogo de números aéreos expresivos y bien ejecutados. Empieza con un hombre araña blanco, tejiendo su red angelical, y acaba con unos acróbatas que, disparados desde un columpio, aterrizan de pie sobre las muñecas entrelazadas de sus compañeros.
Entremedias, una contorsionista compone figuras imposibles en vilo, cabeza abajo, apoyada sobre bastones; Dergin Tokmak hace virguerías sobre muletas, y los ligeros de un grupo de ícaros utilizan los pies en alto de sus compañeros como trampolín.
El espectáculo Varekai se articula a través de una galería de personajes que parecen inspirados en las escenas del bosque de Sueño de una noche de verano. Su trabazón dramática es mínima, y su vestuario, más ecléctico que el de espectáculos anteriores.
Lo fundamental son los números de circo puro. Fantásticos los malabares de Octavio Alegría, y estupendas las entradas de payasos de Bishop y Cornish.