Chick Corea, John Mclaughlin y su excelente quinteto

Subieron solos al escenario, cogidos de la mano, como viejos compadres que son, y se pusieron a tocar, cómplices cuatro décadas después de compartir un pedacito de la leyenda de Miles Davis, con el que grabaron el mítico disco Bitches Brew. El estadounidense Chick Corea (Chelsea, 1941), al piano, y el británico John McLaughlin (Yorshire, 1942), a la guitarra, son ahora ellos la leyenda viva del jazz más contempóraneo. Y aunque siguen siendo el gancho, y los artífices de la Five Peace Band con la que se volvieron a juntar para una gira mundial con escala en A Coruña, el miércoles noche l...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Subieron solos al escenario, cogidos de la mano, como viejos compadres que son, y se pusieron a tocar, cómplices cuatro décadas después de compartir un pedacito de la leyenda de Miles Davis, con el que grabaron el mítico disco Bitches Brew. El estadounidense Chick Corea (Chelsea, 1941), al piano, y el británico John McLaughlin (Yorshire, 1942), a la guitarra, son ahora ellos la leyenda viva del jazz más contempóraneo. Y aunque siguen siendo el gancho, y los artífices de la Five Peace Band con la que se volvieron a juntar para una gira mundial con escala en A Coruña, el miércoles noche la sorpresa la dieron la excelencia y el brio de sus tres acompañantes.

Nadie en un Palacio de la Ópera lleno hasta la bandera (1.800 butacas) se quedó indiferente ante el saxo de Kenny Garrett, o la contundencia de la batería de Christian McBride y el contrabajo de Vinnie Colaiuta. Fueron aplaudidos y piropeados tanto como los maestros en esos intensos solos que fueron intercalando en las interpretaciones experimentales de temas clásicos y las nuevas creaciones de Corea y McLaughlin. Es un quinteto en el que cada uno de los elementos cobra vida propia.

El público, que en su mayoría tuvo que soportar largas colas para obtener invitación para este concierto organizado por la Fundación Barrié (más de un centenar de personas quedaron fuera), disfrutó, aunque no la mitad de lo que lo hicieron los músicos, que se pasaron el concierto jugando y explorando, a golpe de notas y mensajes cómplices. Dos horas intensas duró el concierto, y tras la última nota, Corea, Garrett y Colaiuta se prestaron, durante diez largos minutos, a firmar autografos a los aficionados que se abalanzaron ante el escenario.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En