Historia y fiasco

El discípulo predilecto de José Afonso, por fin en Madrid: un acontecimiento llamado a ser histórico, aunque no muchos se dieran por enterados. La última vez que Pereira pisó un escenario madrileño corría el año 1983 y tanto él como el irrepetible Zeca y nuestro Luis Pastor ejercían de teloneros en el estadio del Rayo de... ¡Sara Montiel! Saritísima acabó aquella semejante noche recostándose sobre las piernas del alcalde Tierno Galván; ayer don Júlio peinaba unos cientos de canas más, pero no entraron ganas de hacerle un metafórico hueco en el regazo.

Estandarte de la música popular vec...

El discípulo predilecto de José Afonso, por fin en Madrid: un acontecimiento llamado a ser histórico, aunque no muchos se dieran por enterados. La última vez que Pereira pisó un escenario madrileño corría el año 1983 y tanto él como el irrepetible Zeca y nuestro Luis Pastor ejercían de teloneros en el estadio del Rayo de... ¡Sara Montiel! Saritísima acabó aquella semejante noche recostándose sobre las piernas del alcalde Tierno Galván; ayer don Júlio peinaba unos cientos de canas más, pero no entraron ganas de hacerle un metafórico hueco en el regazo.

Estandarte de la música popular vecina, Pereira es un mandolinista de manos ágiles para desarrollar esas melodías pulcras, cristalinas o candorosas. Pero lo que ningún ancestro admitiría son esas programaciones toscas y verbeneras con las que se hace acompañar a cada rato. Difícil asumir que un hombre sensible malbarate su talento con ese chunda chunda repelente que maneja Sofía Victoria. Como Pereira regresará, seguro, antes de 25 años, esperemos que encuentre tiempo para contratar qué menos que a un percusionista. Sólo así se nos borrará la sensación de que aquel día acabó con el amargo regusto del fiasco.