Análisis:Cosa de dos

Humanismo

A pesar del lógico respeto o la razonada admiración que siento hacia muchos de los premiados en la principesca y anual ceremonia de Oviedo, no logro nunca conmoverme con la escenificación del ritual acontecimiento por mucho racial gaitero, señores ataviados con emplumados gorros y ropajes medievales, solemnidad de sangre azul, discursos de pompa y circunstancias y demás afrodisiacos que le echen al asunto.

Lucho contra mis bobos prejuicios hacia esa cosa tan ancestral, dadaísta y carísima llamada monarquía (deben de ser bobos ya que constato que incluso los espíritus más lúcidos, republ...

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A pesar del lógico respeto o la razonada admiración que siento hacia muchos de los premiados en la principesca y anual ceremonia de Oviedo, no logro nunca conmoverme con la escenificación del ritual acontecimiento por mucho racial gaitero, señores ataviados con emplumados gorros y ropajes medievales, solemnidad de sangre azul, discursos de pompa y circunstancias y demás afrodisiacos que le echen al asunto.

Lucho contra mis bobos prejuicios hacia esa cosa tan ancestral, dadaísta y carísima llamada monarquía (deben de ser bobos ya que constato que incluso los espíritus más lúcidos, republicanos y críticos también han sido seducidos por el aura divina de los monarcas terrenales y suspiran por ser invitados a sus recepciones), pero me enciendo inevitablemente al constatar año tras años que los príncipes de España reivindican el humanismo. Pues, claro. ¿Qué van a reivindicar personalidades tan cultivadas y modernas? ¿El bestialismo, el satanismo, las Cruzadas, el nazismo, el expolio del Tercer Mundo, la tortura, el belicismo, los extraterrestres, el terrorismo? Me ocurre con el sobadísimo termino "humanismo", que empiezo a hacerme un lío con lo que significa aunque debe de ser algo excelso. Lo único transparente es que todo el personal que chorrea poder y riqueza siente una responsabilidad incansable en la defensa y la exaltación de los valores humanos.

En medio de esa movida tan trascendente de si invitan o excluyen a España en el club de los más molones para recetar contra el Apocalipsis, escucho al vibrante Zapatero: "Vamos a demostrar que hay Gobiernos que están dispuestos a cambiar las cosas, a frenar a la avaricia". Y te preguntas cómo no se le había ocurrido antes lo de ponerle la zancadilla a los consentidos y glorificados depredadores.

Y admites que el crimen se ha consumado, pero que no estaría mal ver en la guillotina a los forrados homicidas. Bueno, en la guillotina no, que suena a revancha jacobina. Te conformas con que obliguen a banqueros, constructores y demás piratas a devolver el botín. Pura utopía. En la gran estafa debió de pillar cantidad de peña, muchos conductores de patrias. Todos ellos humanistas, por supuesto.

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