Cosa de dos

Cuernos

La liberalización y la externalización de servicios ya han desbordado el ámbito de la empresa. Y empiezan a ocupar, parece, el ámbito de las relaciones sentimentales.

Hace algunos meses vi, allá por los canales temáticos, un anuncio televisivo dirigido al público adolescente. La cosa consistía, y consiste, en enviar a un número determinado un SMS con la palabra "cuernos"; el servicio telefónico, después de sacarle los cuartos al incauto o incauta, informa de su novio o novia infiel. Ya pueden imaginar la veracidad de la información. Quiero creer, para mantener una mínima fe en la humani...

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La liberalización y la externalización de servicios ya han desbordado el ámbito de la empresa. Y empiezan a ocupar, parece, el ámbito de las relaciones sentimentales.

Hace algunos meses vi, allá por los canales temáticos, un anuncio televisivo dirigido al público adolescente. La cosa consistía, y consiste, en enviar a un número determinado un SMS con la palabra "cuernos"; el servicio telefónico, después de sacarle los cuartos al incauto o incauta, informa de su novio o novia infiel. Ya pueden imaginar la veracidad de la información. Quiero creer, para mantener una mínima fe en la humanidad de los desaprensivos, que la respuesta es siempre tranquilizadora, y el novio o la novia quedan libres de toda sospecha.

Ahora aparece un nuevo servicio, con la dirección www.descubrealinfiel.com. Aquí la cosa no se mueve en el ámbito de la simple estafa económica, sino en el de la estafa sentimental. Se trata de un portal en el que las mujeres disponen de espacio para denunciar de forma pública el comportamiento desleal de maridos o novios. Como pueden suponer, los denunciados no aparecen con su nombre completo: tengan presente que fuera del mundo financiero, donde vale todo, siguen vigentes las leyes, incluidas las de protección del honor y la imagen.

Ignoro si las denuncias ya colgadas corresponden a personajes reales o son inventadas. Les muestro, como ejemplo, la que delata a un tal Roberto P., de 34 años, natural de Alcalá de Guadaira y con pelo rizado. La damnificada firma como "Dania": "Ha sido mi marido y me ha sido infiel en varias ocasiones. La última ya no se la pasé, y, a pesar de que ya estábamos divorciados, seguíamos juntos y estaba con una chica de Madrid (Leticia O.) al mismo tiempo que conmigo".

Ya digo, ignoro si se trata de un invento. El nombre de la otra, Leticia O., resulta sospechoso. Pero si "Dania" existe realmente, merece un cargo público. Una mujer con tanta fe, con tanta paciencia y tan poca vista está llamada a dirigir algo así como la Oficina de Defensa del Pequeño Inversor. Doy por supuesto que el tal Roberto P. se gana bien la vida como vendedor de productos financieros, especializado en bonos de Lehman Brothers.

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