Cartas al director

Apostatar por obligación

En 1977, mi novio y yo decidimos casarnos en Madrid. Como no somos creyentes y no comulgábamos (nunca mejor dicho) con la Iglesia católica impuesta en nuestras vidas a golpe de dictadura, decidimos hacerlo solamente por el juzgado.

Así comenzó nuestro calvario al tropezar con una maquinaria legalista puesta en marcha para obstaculizar tamaño desatino, salpicado de toda clase de injurias por parte de los funcionarios de turno, guardianes de la norma y la intransigencia.

Pero lo gracioso que quería contar fue la postura de la Iglesia católica en aquel entonces. Como los nacidos en ...

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En 1977, mi novio y yo decidimos casarnos en Madrid. Como no somos creyentes y no comulgábamos (nunca mejor dicho) con la Iglesia católica impuesta en nuestras vidas a golpe de dictadura, decidimos hacerlo solamente por el juzgado.

Así comenzó nuestro calvario al tropezar con una maquinaria legalista puesta en marcha para obstaculizar tamaño desatino, salpicado de toda clase de injurias por parte de los funcionarios de turno, guardianes de la norma y la intransigencia.

Pero lo gracioso que quería contar fue la postura de la Iglesia católica en aquel entonces. Como los nacidos en la España franquista estábamos todos bautizados, no podía ser que unos bautizados se unieran en ceremonia civil, por lo cual nos obligaron a apostatar, sí lo leen bien, a apostatar, eso que ahora no permiten hacer las jerarquías eclesiásticas. Sólo así, después de varios meses de gestiones conseguimos reunir la documentación para la boda, que se celebró en febrero de 1978. Y he de decir que en su momento no sólo nos amenazaron con borrarnos de los archivos bautismales, sino que nos dijeron que el documento de apostasía se guardaría, para nuestro oprobio, en los archivos de la Rota en Roma. ¡Quién los ha visto y quién los ve! Ahora ya no tienen la sartén por el mango y no quieren permitir apostatar a los que no se sienten católicos para poder seguir diciendo que la mayoría de los españoles somos de su confesión.

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