EXTRA EXTREMADURA

Escobazos de fiesta

Llamas y coplas inundan las calles de Jarandilla la noche del 7 de diciembre

Si se mirara desde arriba la noche del 7 de diciembre, Jarandilla (Cáceres) aparecería poéticamente envuelta en llamas. Y es que la víspera de la Inmaculada Concepción son muchísimas las personas que enarbolan y prenden los escobones para acompañar el estandarte de la Virgen, que es portado por un jinete.

A media tarde, el mayordomo, junto al tamborilero y unos amigos, hace la ronda anunciando la fiesta y pidiendo la rosca: los vecinos sacan dulces y bebidas para agasajarles y algunos entregan aportaciones en metálico.

Ya bien entrada la noche, de la plaza del Ayuntamiento, vigil...

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Si se mirara desde arriba la noche del 7 de diciembre, Jarandilla (Cáceres) aparecería poéticamente envuelta en llamas. Y es que la víspera de la Inmaculada Concepción son muchísimas las personas que enarbolan y prenden los escobones para acompañar el estandarte de la Virgen, que es portado por un jinete.

A media tarde, el mayordomo, junto al tamborilero y unos amigos, hace la ronda anunciando la fiesta y pidiendo la rosca: los vecinos sacan dulces y bebidas para agasajarles y algunos entregan aportaciones en metálico.

Ya bien entrada la noche, de la plaza del Ayuntamiento, vigilada por el templo de Santa María de la Torre, parte la procesión que recorre todo el pueblo durante unas tres horas. Jalonada por hogueras, no sólo en la plaza sino en algunos puntos estratégicos y de mayor anchura, los participantes (antiguamente, hombres; ahora, hombres y mujeres) portan escobones encendidos: "Lo llevamos a ras de suelo para que no haya peligro", dice Hilario Martínez, una de las personas más vinculadas a la fiesta. "Sabemos dónde hay que dar: en las costillas, en el culo... Nunca pasa nada. Todo se hace de forma cariñosa. La gente va con ropa desgastada y una gorra en la cabeza para protegerse".

Retama seca

La mejor manera de adquirir una visión de conjunto antes de decidirse a participar o no en la comitiva es contemplarla desde las escaleras de la iglesia, de traza guerrera y origen templario. El resplandor de hogueras y escobazos, el chisporrotear de las llamas, las chispas y cenizas que sobrevuelan la noche y la algarabía de quienes van de un lado a otro con dos o tres metros de retama seca, amarrada y prendida, son el argumento definitivo para sumergirse o permanecer como espectadores.

Corre el vino de pitarra y se deja sentir la amabilidad de esta gente verata (gentilicio de la comarca de la Vera), cuyos antepasados acogieron los últimos días del emperador Carlos I. Sus gargantas, enronquecidas, entonan diferentes coplas: "Ardía la zarza / y la zarza ardía / y no se quemaba / la Virgen María", es una de las más populares y más a tono con el calor de la noche. Lo mismo que esta otra: "Ellos eran cuatro / y nosotros ocho / qué palos les dimos / ellos a nosotros".

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Las hogueras iluminan la noche del 7 de diciembre, víspera de la Inmaculada Concepción, en el pueblo cacereño de Jarandilla.MARÍA ÁNGELES SÁNCHEZ

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