Columna

Un muerto lejano

Llega la furgoneta de la pescadera, toca su claxon y acuden las vecinas a ver qué trae. Una de ellas necesita contarle a las demás, y a la pescadera, que esta noche la pasó llorando. Su único hijo es Guardia Civil y está destinado en el País Vasco. El día anterior murió un militar asesinado allí y ella pasó la noche dándole vueltas a su hijo allí.

Realmente nuestra vida diaria transcurre en un barrio, un pueblo o una aldea, unas cuantas calles, las mismas casi todos los días; ése es nuestro país. Pero con la imaginación y a través de los medios de comunicación nos imaginamos vivir en es...

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Llega la furgoneta de la pescadera, toca su claxon y acuden las vecinas a ver qué trae. Una de ellas necesita contarle a las demás, y a la pescadera, que esta noche la pasó llorando. Su único hijo es Guardia Civil y está destinado en el País Vasco. El día anterior murió un militar asesinado allí y ella pasó la noche dándole vueltas a su hijo allí.

Realmente nuestra vida diaria transcurre en un barrio, un pueblo o una aldea, unas cuantas calles, las mismas casi todos los días; ése es nuestro país. Pero con la imaginación y a través de los medios de comunicación nos imaginamos vivir en espacios más extensos, como Galicia o España. Desde estas páginas, desde las páginas de información y opinión de Galicia, tratamos de nuestros asuntos internos, nuestro tren que no sabemos si viene o cuándo, el precio a que compran la leche a los ganaderos, si los socios de la Xunta se acarician o se rozan..., dejamos aquí de lado lo que no es específicamente "gallego".

No hay nada peor que una sociedad donde todos desconfían de todos, donde todos se vigilan a todos

Si matan a un guardia, a un trabajador que es concejal o un brigada que está con su mujer, en principio no es asunto de aquí, de este espacio, y por lo tanto cosa de los vascos o de los políticos que ejercen en Madrid. Pero esta vecina no lo cree así. Es una mujer sin mayores estudios y no sabe hacer análisis complejos de la realidad social. Ni siquiera es la más lista de las personas que rodean la furgoneta y están comprando pescado. Ella sólo sabe lo que teme, que pueden matar a su hijo, y creo que tiene razón. Es un peligro real. Puede aparecer un joven que ha tenido estudios y goza de cobertura sanitaria, que va vestido con buena ropa y calzado, que tiene dinero para tomar sus chiquitos o cubatas, al que no le falta de nada, y matarlo por la espalda. Eso es el terrorismo en esta parte del mundo.

¿Nos atañe eso? ¿una muerte lejos de aquí? Lo de lejos o cerca siempre es relativo, pero no ocurre en nuestra Galicia. Desde luego a esta mujer sí le atañe, ¿nos atañe entonces a sus vecinos? Yo creo que sí. Como personas que formamos parte de una comunidad humana nos atañe que maten a alguien y concretamente a alguien de nuestra comunidad. Y como ciudadanos no podemos dar la espalda al terrorismo, al asesinato en la vida social y política. No podemos limitarnos a hablar de carreteras y trenes, pesca, industria, piscifactorías, agricultura..., eso nos convertiría en enanos políticos y ciudadanos. Ser ciudadanos implica la responsabilidad de dejar que ataña a uno todo cuanto sucede en la sociedad.

Después del último atentado de ETA salieron a la calle nuestros representantes políticos para guardar unos minutos de silencio simbólicos. No puede ser que eso sea sólo cosa de políticos. En ese momento representaban a toda la ciudadanía gallega, pero debemos sentirnos todos implicados.

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La autonomía, mejor o peor aprovechada, ha sido algo extraordinario para este país, lo ha cambiado mucho y para bien, pero interpretada de forma limitada, como un corral en el que estemos encerrados nos puede hacer tristes y mezquinos. Si interiorizamos los límites del país como nuestros límites entonces la autonomía será la horma que nos impida crecer, la ciudadanía gallega desde aquí debe participar de la vida de toda la ciudadanía española y europea.

Y el razonar nuestra condena al terrorismo es parte de la construcción de un modelo gallego de autogobierno. El País Vasco, como todos los países, es rehén de su historia, es un país muy próspero pero un país con el autogobierno que tiene y con la ventajosísima independencia fiscal tendría que ser una locomotora no sólo del Estado Español sino de toda Europa. Euskadi tiene cosas admirables en investigación, servicios públicos, asistencia social..., pero es un desastre como modelo de sociedad.

Frente al centralismo del nacionalismo español muchas veces se ha visto que desde el nacionalismo vasco se le daba una respuesta enérgica. Es una tentación, pero no hay nada peor que una sociedad donde todos desconfían de todos, donde todos se vigilan a todos, donde hay mucha gente que comprende el asesinato. Galicia tiene sus propias lacras internas que debe combatir, estará bien que estemos todos convencidos de que la Galicia que queremos será mejor que la que hoy tenemos y que será un país de personas libres y sin miedo. Como el que siente estas noches de insomnio esa mujer que ha comprado unos xurelos.

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