Tribuna:11 Congreso del PSPV-PSOE

Hacia el final del debate

Se acerca el Congreso de los socialistas valencianos y algunos debates van a tocar a su fin. Hasta ahora, ha habido muchos posicionamientos en relación con la ponencia marco y las enmiendas que ha suscitado. No está dicha la última palabra. En el Partido Socialista confiamos en la democracia representativa y en la utilidad de las deliberaciones para alcanzar acuerdos y adoptar decisiones. Ningún delegado debe venir con mandato cerrado o estrechez de miras, ya que la riqueza de las resoluciones depende de la calidad de los debates. Eso es lo que le da valor a nuestros Congresos.

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Se acerca el Congreso de los socialistas valencianos y algunos debates van a tocar a su fin. Hasta ahora, ha habido muchos posicionamientos en relación con la ponencia marco y las enmiendas que ha suscitado. No está dicha la última palabra. En el Partido Socialista confiamos en la democracia representativa y en la utilidad de las deliberaciones para alcanzar acuerdos y adoptar decisiones. Ningún delegado debe venir con mandato cerrado o estrechez de miras, ya que la riqueza de las resoluciones depende de la calidad de los debates. Eso es lo que le da valor a nuestros Congresos.

Hasta ahora parecen haber funcionado algunas habilidades dirigidas a situar el debate interno en el plano emocional, más que en el plano racional. Hay que reconocer que algunas simplificaciones periodísticas han ayudado lo suyo. Se ha producido un efecto bola de nieve y el trayecto ha sido, más o menos, el siguiente: alguien dice que la ponencia marco supone un giro al centro (incluso algunos hablan de giro a la derecha) para, a continuación, preguntar a los militantes si queremos renunciar (palabra clave) a nuestra historia, a nuestros valores y a nuestras políticas con la finalidad de aproximarnos a las políticas del PP (también elemento clave en el razonamiento). Lo curioso es que para esta operación no ha resultado necesario precisar dónde aparece en la ponencia, negro sobre blanco, la recomendación de giro al centro. Se supone que como todos los que han comentado la ponencia lo han dicho... debe ser así y, claro, ¿para qué intentar demostrarlo? Después de esto, lo milagroso es que a algunos no nos hayan linchado los militantes.

"Tenemos un problema: El desajuste entre el debate interno y lo que hay que hacer en la calle"
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No voy a insistir en la falta de rigor de las críticas, pero quiero ampliar las explicaciones. Decir que el 40% de los valencianos se autoposicionan en el centro (en una escala de autoposicionamiento ideológico, no socioeconómico) quiere decir que, al menos en principio, no se sienten identificados ni atraídos por el universo simbólico y emocional de los socialistas. Seguramente tampoco por el del PP. Por eso, ese 40% de ciudadanos tiene la facultad de poder cambiar el sentido de su voto con relativa facilidad. A nosotros, esto debería llevarnos a buscar un discurso fundamentado en criterios de elección racional, como forma de acercarnos a estos sectores. Para esta operación, agitar las viejas consignas, ampliar las proclamas de izquierdismo o recurrir a nuestros símbolos o nuestras banderas no nos sirve de nada. Con eso no vamos más allá del electorado fiel de la izquierda. Fiel, pero insuficiente para ganar unas elecciones.

En ningún momento quiere eso decir que vayamos a proponer políticas próximas a las del PP y, aún menos, a las del PP de la Comunidad Valenciana. Ni por asomo. Eso no es lo que se propone en la ponencia marco. Lo que sí se propone es articular un discurso que explique, racionalmente, a ese importante grupo social que no se dice de izquierdas, que los socialistas podemos garantizar un gobierno más democrático, más tolerante y más integrador, que puede llevarnos a una sociedad más eficiente en lo económico y más cohesionada en lo social, una sociedad en la que ellos, también, saldrán ganando.

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Viendo cómo van las cosas, parece que tenemos un problema: el desajuste entre el debate interno y el que tenemos que hacer en la calle, que es donde se ganan las elecciones. Como decía, el debate interno se ha fundamentado en lo emocional, no sé si interesadamente, mientras que el de la calle sólo lo ganaremos aplicando la reflexión racional y el análisis frío y sobre elementos objetivos. Tal vez el mejor ejemplo lo tenemos en la cuestión del nombre del Partido.

Desde que se conoció la propuesta de cambio, algunos se apresuraron a señalar que se trataba de una concesión al PP. No lo entiendo más que como una manera de descalificar la propuesta, de forma simple y apelando, otra vez, al plano emocional. ¿O es que la denominación Comunidad Valenciana se la regalamos al PP para que la usufructúe a su gusto? Craso error, si así fuera, regalarle la denominación oficial para que la convierta en símbolo partidista. El modelo de sociedad por el que yo lucho cabe en el Estatuto de Autonomía porque, de lo contrario, no lo hubiéramos pactado y ese Estatuto va encabezado por el nombre de Comunidad Valenciana. Lo cierto es que casi nadie utiliza ya, en el espacio público, la denominación País Valenciano. Ni siquiera los nuevos partidos que se reclaman nacionalistas llevan esa denominación en sus siglas. ¿Nos vamos a quedar solos con Esquerra Unida defendiendo el bastión? ¿Nos facilita esa actitud la comunicación con la mayoría de los valencianos? Si el 40% de los valencianos de hoy han llegado aquí o han nacido en las tres últimas décadas, ¿les diría algo esta defensa nuestra de algo que les queda tan lejos?

El recurso a los mecanismos emocionales es habitual y legítimo, en política. Incluso desde la izquierda. Lo que me parece un error, por parte de un partido que aspira a tener un respaldo mayoritario, es recurrir a elementos simbólicos que son minoritarios en la sociedad cuyo apoyo reclama. Así no se llega a la mayoría. Los símbolos sirven, sobre todo, para movilizar las emociones y las emociones suelen ser un camino muy rápido para conseguir votos. El problema que tienen las emociones deriva de la capacidad de controlar las reacciones que provocan, a favor pero también en contra, en la sociedad. Hoy en día esas reacciones vienen muy determinadas por la acción de los medios de comunicación, sobre todo los audiovisuales, y su capacidad de llegar a las "fibras sensibles" de los electores. El debate emocional interno lo podemos gestionar entre nosotros. El debate emocional, en la calle, lo vamos a jugar en unos medios que, muy mayoritariamente, controla nuestro adversario. No sé si nos conviene esta manera de abordar las cosas, salvo que alguien esté pensando en hacer un discurso emocional interno y otro en la calle. Si fuera así, desde aquí le aseguro que Francisco Camps, con sus medios, no le va a dejar.

Espero que en los debates tengamos más presente lo que habremos de sostener en la calle que lo que nos gusta decir en las asambleas porque, aunque cerremos los ojos, ese 40% de valencianos que se autocalifican como centristas sigue estando ahí y su apoyo nos sigue haciendo mucha falta.

Ángel Luna es Miembro del equipo de coordinación de la ponencia marco del 11 Congreso del PSPV-PSOE.

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