Congreso regional del PP

Rajoy y Aguirre se dan una tregua

El líder, feliz por el retraso de las gallegas, gana tiempo con la calma interna

En las carreras de bici en pista siempre hay un momento extraño. Los dos ciclistas se quedan prácticamente inmóviles sobre la curva en pendiente, a punto de caer, esperando, porque el primero en atacar suele ser el perdedor. Con esta imagen comparaba ayer un dirigente del PP la situación tanto de su partido como de la política española en general.

El congreso del PP madrileño, con la aclamación de Esperanza Aguirre y la pleitesía que le rindieron ayer tanto Alberto Ruiz-Gallardón -"tienes lo que te mereces, mi reconocimiento"- como Mariano Rajoy -"has cumplido, eres la presidenta porque...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

En las carreras de bici en pista siempre hay un momento extraño. Los dos ciclistas se quedan prácticamente inmóviles sobre la curva en pendiente, a punto de caer, esperando, porque el primero en atacar suele ser el perdedor. Con esta imagen comparaba ayer un dirigente del PP la situación tanto de su partido como de la política española en general.

El congreso del PP madrileño, con la aclamación de Esperanza Aguirre y la pleitesía que le rindieron ayer tanto Alberto Ruiz-Gallardón -"tienes lo que te mereces, mi reconocimiento"- como Mariano Rajoy -"has cumplido, eres la presidenta porque lo han querido los militantes"-, dejó claro que en el PP la tregua interna tras el congreso de Valencia va en serio.

Más información

Tanto Aguirre como Rajoy protagonizaron discursos intencionadamente planos, anodinos, evitando cualquier rastro de polémica ideológica. Lejos queda la presidenta del "no me resigno" y el líder del "si alguien quiere irse al Partido Liberal, que se vaya".

Algunos aguirristas insisten en que ella nunca quiso echar a Rajoy -"nunca intentó tirarle del caballo, otra cosa es que él se hubiera bajado. Entonces ella sí era la alternativa", señala una persona de máxima confianza-, pero en cualquier caso asumen que ahora, tras la derrota que el sector crítico que ella lidera sufrió en Valencia, toca retirada y refugiarse en Madrid.

¿Hasta cuándo? Los críticos necesitan argumentos. Y si la derrota electoral de marzo fue el más importante, sólo otra derrota en las europeas y las gallegas podría reanimarles, explican algunos de ellos. Rajoy, mientras, evita todo tipo de conflicto interno, según su entorno, para ganar tiempo y recomponer su imagen.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Él mismo, en la última reunión del comité ejecutivo, admitió públicamente que la decisión de Emilio Pérez Touriño de no adelantar las gallegas a octubre le beneficia. "Zapatero y Blanco intentaron presionarle para que las adelantara, pero él no cedió y eso nos viene muy bien", llegó a decir Rajoy ante los suyos, según uno de ellos.

Los críticos no se han evaporado. Siguen ahí, en la Comunidad de Madrid o el Congreso, pero velan sus armas. Se limitan a los gestos. También los padres del partido, alejados de Rajoy, como Rodrigo Rato, que después de fotografiarse en Italia con Jaime Mayor, en unas jornadas con grandes líderes de la derecha europea, ha querido estar los dos días en el congreso del PP de Madrid, aplaudiendo a Aguirre. En el congreso de Valencia sólo acudió para escuchar a Acebes y después, antes de que hablara Rajoy, se marchó, en un claro gesto de distancia. Manuel Pizarro, que rechazó la oferta del líder para estar en la dirección nacional, sí ha querido estar con Aguirre en la cúpula del PP de Madrid. Más duro fue aún José María Aznar, que después de lanzar un discurso durísimo contra Rajoy en Valencia, ni siquiera se quedó a votarle. Aznar estaba ayer de viaje oficial en la India, pero su cercanía con Aguirre ha quedado en evidencia varias veces, sobre todo por las similitudes de su discurso del "PP sin complejos".

Que los críticos funcionan como grupo y pueden volver a la carga en cualquier momento es una realidad en el PP. Todos comentan como ejemplo el 50 cumpleaños de Ángel Acebes, el 3 de julio, que le preparó su mujer como una fiesta sorpresa. Allí estaban Aguirre y su mano derecha, Ignacio González, e incluso Aznar, que llegó a última hora. Pero nadie invitó a Rajoy. El líder sabe quién está enfrente, dicen los suyos, pero también que nadie hará nada hasta que haya un tropezón. Electoral, claro.

Archivado En