Análisis:EL ACENTO

Un verano sin canción

Este año, España se queda sin la tradicional canción del verano, otra prueba de que los tiempos están cambiando. Los expertos discográficos informan de que el hito estival se adelantó a la pasada primavera. Fue entonces cuando ese actor convertido en circunstancial cantante, David Fernández, promovido por una cadena de televisión privada, La Sexta, llevó por todos los rincones el Chiki chiki. David, bautizado en la vida musical como Rodolfo Chiquilicuatre, fue a Eurovisión con su guitarra y su espectacular peluca con tupé. No triunfó, como era previsible. Pero daba igual, porque no hizo...

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Este año, España se queda sin la tradicional canción del verano, otra prueba de que los tiempos están cambiando. Los expertos discográficos informan de que el hito estival se adelantó a la pasada primavera. Fue entonces cuando ese actor convertido en circunstancial cantante, David Fernández, promovido por una cadena de televisión privada, La Sexta, llevó por todos los rincones el Chiki chiki. David, bautizado en la vida musical como Rodolfo Chiquilicuatre, fue a Eurovisión con su guitarra y su espectacular peluca con tupé. No triunfó, como era previsible. Pero daba igual, porque no hizo el ridículo que le auguraban los santones de lo musicalmente correcto ante la gran vulgaridad que el concurso europeo exhibe desde innumerables lustros. Chiquilicuatre murió, a Dios gracias, en un funeral muy sentido oficiado por el histrión de Andreu Buenafuente en su programa de televisión. Y de ahí no quedó siquiera el espíritu del excéntrico cantante. Ya no lo bailaron ni Mariano ni José Luis, ni la mulata de los sueños, ni menos aún el verborreico Chávez. Los expertos pronosticaron con acierto que el Chiki chiki se evaporaría una vez terminado el festival eurovisivo. Pero estuvo en el número uno de los discos más vendidos. David Fernández tuvo la clase de rehusar las galas que le ofrecieron para llevar por los pueblos su pintoresco personaje.

De un tiempo a esta parte, se achaca al cambio climático cualquier alteración del ciclo humano. Cuando no se tiene respuesta, uno se refugia en ese mal para explicar lo inexplicable: la crisis de la pareja, la agresividad humana, los precios de las materias primas, el fin de la canción del verano o las marcas mundiales en Pekín 2008. Hay fundamentos probados para concordar que las estaciones son más variables debido al calentamiento del planeta, que los polos se deshielan y que la desertificación avanza.

Afecta también el agujero en la capa de ozono a las costumbres humanas? ¿Se ven influidos los estados anímicos por que no llueva como antes o se evapore el superávit fiscal? Quizá. Ahora bien, si se sobrevivió al adiós del Festival de Benidorm, también se podrá sobrevivir al final de la canción del verano. Y hasta puede que sea un alivio en tiempos tan inciertos.

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