Crónica:PEKÍN 2008 | Piragüismo

Oro en dos regatas

Los policías Saúl Craviotto y Carlos Pérez ganan el K-2 500 en su segunda competición juntos

Tim Wieskotter y Ronald Rauhe son dos regatistas alemanes que, hasta ayer, eran imbatibles. Habían ganado todas las regatas de K-2 en la distancia de 500 metros en las que habían participado en los últimos siete años, desde que en los Juegos de Sidney fueron bronce, las de todos los Mundiales y todos los Europeos. Hasta que Saúl Craviotto y Carlos Pérez se cruzaron en su camino en el canal de Po de Shuny y su historia de grandeza terminó. Era la segunda regata de una pareja de Policías Nacionales que se subieron a un barco a contracorriente y a contrarreloj.

En su primera competición en...

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Tim Wieskotter y Ronald Rauhe son dos regatistas alemanes que, hasta ayer, eran imbatibles. Habían ganado todas las regatas de K-2 en la distancia de 500 metros en las que habían participado en los últimos siete años, desde que en los Juegos de Sidney fueron bronce, las de todos los Mundiales y todos los Europeos. Hasta que Saúl Craviotto y Carlos Pérez se cruzaron en su camino en el canal de Po de Shuny y su historia de grandeza terminó. Era la segunda regata de una pareja de Policías Nacionales que se subieron a un barco a contracorriente y a contrarreloj.

En su primera competición en el Europeo de Milán, el pasado mes de mayo, quedaron segundos y ganaron los alemanes; ayer se colgaron el oro en Pekín con una exhibición de poderío brutal: salieron primeros y en los últimos 100 metros, cuando los germanos suelen rematar a sus víctimas, resistieron. "Pensábamos que habíamos quedado segundos, no nos hemos enterado de la victoria hasta que vimos los marcadores minutos después", confesaron. Así que, en el barco, celebraban la plata. "Ya era un gran premio. Y cuando hemos visto que éramos oro, no nos lo creíamos", explicaron.

García, su entrenador, recibió una carta de despido semanas antes de llegar a Pekín
La pareja alemana, segunda, había ganado siempre en los últimos siete años
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Saúl Craviotto formaba parte del K-4 que no se clasificó para los Juegos y Carlos Pérez, Perucho -uno de los mejores velocistas en 200 metros, categoría no olímpica- se quedó fuera de la final de K-2 de Atenas 2004 sólo porque antes de los Juegos su compañero González Cosena dio positivo. Perucho es de Aldán (Pontevedra) -ha dejado el club del pueblo por discrepancias con el presidente-, de la misma pedanía de Cangas de Morrazo donde nacieron David Cal y la también olímpica María Teresa Portela -"no sé que tenemos, serán los mejillones"-. Los juntó su entrenador, Miguel García, ex palista y mal visto por la federación, que recibió una carta de despido semanas antes de llegar a Pekín. "Oficialmente, mañana estoy en el paro, espero que esto se arregle porque me gustaría seguir trabajando con estos dos chicos", dijo ayer.

Perucho y Craviotto estuvieron a punto de perder el pasaporte a Pekín por culpa de una ley que impide tener dos barcos del mismo país en la misma categoría, en este caso el K-2. Un comité de técnicos de la federación resolvió descartar a Javier Hernán y Diego Coscaya, subcampeones de Europa en 1.000 metros. "Para mí, la apuesta era clara, pero la ley es injusta", explicó García. "Ellos habrían ganado el oro, seguro, y tenían que estar aquí", comentaron los canoístas de oro, que reconocieron haber pasado el peor mes de su vida esperando la decisión que perjudicó a sus compañeros, a quienes dedicaron la victoria.

Técnicamente forman una pareja que es una bomba de adrenalina. En los primeros ensayos a estuvieron a punto de naufragar varias veces. Perucho es muy impetuoso y Saúl, que va delante en la canoa, es muy rápido, destaca por medir bien las distancias y tiene un gran control sobre el ritmo de palada. "Sabe no dispararse", dice García, que señala como clave del éxito haber trabajado mucho el agarre en el agua. "Tienen mucha sensibilidad y mucho tacto, por eso son tan rápidos". El K-2 español buscó una frecuencia de palada no muy elevada para explotar las frecuencias bajas alargando el ritmo intermedio: "De salida llegan a 160 paladas por minuto y luego se mantienen en 120 para llegar al último tramo con una velocidad muy alta. Buscamos que la embarcación vaya adelante, no el agua atrás". García graba los entrenamientos para luego corregir en vídeos los defectos. "No teníamos mucho tiempo, se han entregado a fondo", reconoció a sus chicos. Para mejorar su agarre al agua utilizaron frenos y pelotas de tenis que amarraban al barco con una cuerda, en largas sesiones de mañana y tarde en Tragona (Asturias). "Así el agua está más dura, y la sensación de agarre es mayor", explica el entrenador, harto de escucharles cantar en la canoa la canción Marinero de Cuba. "Es para relajarnos", reconocieron los piragüistas, que ayer, antes de empezar su carrera al oro, la cantaron otra vez.

En la selección sólo se escuchan elogios. "Son gente muy maja, siempre dispuestos a ayudar", dijo su compañera Portela. Parecidos en la entrega, tienen gustos diversos. A Perucho le chifla la tecnología -"siempre está a la última en cámaras y ordenadores", explica Adriana, su novia- y a Saúl la naturaleza, el cine y comer caracoles. Craviotto ya montaba en canoa con un año, junto a su padre. "Tiene la casa llena de medallas", contó su novia. Las dos llegaron el sábado a Pekín y al verlas, Perucho bromeó: "¿Qué? Vamos a ganar el oro". No se lo creían ni ellos. Lo ganaron en K-2, en su segunda carrera juntos.

Saúl Craviotto y Carlos Pérez, en un momento de esfuerzo durante los últimos metros de la final de K-2 500.AFP

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