Reportaje:

Un mundo feliz sobre el 'pit lane'

Invitados de excepción y aficionados adinerados viven la F-1 con todo lujo

Recuerdan aquel Mundo feliz de Aldous Huxley. Quienes tienen la oportunidad de vivir un día de carreras en uno de los selectos palcos del Paddock Club pueden llegar a experimentar esa sensación. No existen los problemas. Qué más da si el calor es terrorífico afuera, como el viernes, o si una ligera e imperceptible lluvia empaña una jornada de entrenamientos, como ocurrió ayer.

En el Paddock Club uno puede seguir la evolución de la prueba cómodamente sentado en su silla, en un moderno y fresco habitáculo, pues hay pantallas con las imágenes de las carreras, los resultados y clasif...

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Recuerdan aquel Mundo feliz de Aldous Huxley. Quienes tienen la oportunidad de vivir un día de carreras en uno de los selectos palcos del Paddock Club pueden llegar a experimentar esa sensación. No existen los problemas. Qué más da si el calor es terrorífico afuera, como el viernes, o si una ligera e imperceptible lluvia empaña una jornada de entrenamientos, como ocurrió ayer.

En el Paddock Club uno puede seguir la evolución de la prueba cómodamente sentado en su silla, en un moderno y fresco habitáculo, pues hay pantallas con las imágenes de las carreras, los resultados y clasificaciones. Aunque, si lo prefiere, puede asomarse a uno de los privilegiados palcos que hay dispuestos sobre los boxes de los equipos y presenciar a escasos metros del coche cómo le cambian una rueda a Hamilton o cómo le insuflan gasolina al Renault de Alonso. En el Paddock Club uno puede tener sed o hambre. Pero se saciarán fácil y rápidamente. Y, además, puede disfrutar del lujo y de la Fórmula 1 sin dejar de hacer negocio, que para ello se concibieron estas exclusivas zonas. Para reunir a lo más selecto de la sociedad del lugar.

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En el Paddock Club uno puede encontrarse a personalidades de la política, el deporte o la economía, aunque también a simples aficionados, eso sí, con buenos contactos o, claro, una billetera que no sufra la crisis.

Valencia, novata en esto del lujo y los negocios con el rugir de los bólidos de fondo -es de lo único de lo que no se libra uno en el Paddock Club-, vivirá hoy su día álgido con la presencia de personajes como Penélope Cruz. La entrada de Paddock Club para disfrutar de los tres días de carrera cuesta 2.800 euros. Lejos de los 3.713 que cuestan estas invitaciones en Montecarlo o de los 3.452 para asistir al Gran Premio de Canadá. Si bien, Valencia ya supera a Montmeló, a cuyo Paddock Club se puede acceder por el módico precio de 2.110 euros.

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