Guipúzcoa dice a los ciudadanos que se resignen a los atascos hasta 2010

El segundo cinturón y la autovía del Urumea estarán disponibles en dos años

La Diputación de Guipúzcoa lo tiene claro. La construcción del segundo cinturón de San Sebastián y de la autovía del Urumea es "la solución con mayúsculas" a los habituales atascos en la variante donostiarra y en determinados puntos de la N-I y la autopista Bilbao-Behobia (A-8). Ambas infraestructuras no estarán acabadas hasta 2010, así que los conductores tendrán que seguir armándose de paciencia, sobre todo cuando se produzca un accidente como el del pasado 29 de julio.

Ese día, el incendio de un camión en la variante causó retenciones que se prolongaron durante casi toda la jornada....

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La Diputación de Guipúzcoa lo tiene claro. La construcción del segundo cinturón de San Sebastián y de la autovía del Urumea es "la solución con mayúsculas" a los habituales atascos en la variante donostiarra y en determinados puntos de la N-I y la autopista Bilbao-Behobia (A-8). Ambas infraestructuras no estarán acabadas hasta 2010, así que los conductores tendrán que seguir armándose de paciencia, sobre todo cuando se produzca un accidente como el del pasado 29 de julio.

Ese día, el incendio de un camión en la variante causó retenciones que se prolongaron durante casi toda la jornada.

La variante donostiarra soporta ya hasta 117.000 vehículos cada día

"Se pueden tomar algunas medidas, pero la solución definitiva es dotar de alternativas a esas vías, sobre todo en el caso de la variante", subrayó ayer el diputado de Infraestructuras Viarias, Eneko Goia, tras la presentación del último estudio de aforos en las carreteras de Guipúzcoa, referido a 2007. El informe ratifica lo que ya se sabía: la variante, donde confluyen la N-I y la A-8, se halla al borde del colapso circulatorio.

Por esta trama periurbana, de 5,2 kilómetros de longitud y dos carriles por sentido, pasan cada día 93.117 vehículos, 16.800 de ellos camiones. Una carga de tráfico que se hace aún mayor en dos puntos negros: Intxaurrondo (117.000) y Aiete (114.000). El segundo cinturón, cuyas obras están en marcha, pretende precisamente reducir estos altos índices de circulación. La previsión es que se produzca un trasvase de unos 40.000 vehículos de la variante a la nueva via, aunque ello dependerá en gran medida de la política tarifaria que se decida aplicar, según reconoció Goia.

El segundo cinturón ya está decidido que será de pago. La duda está con la variante. El Ayuntamiento donostiarra se muestra partidario de implantar algún tipo de tarifa y así se lo ha pedido a la institución foral, pues teme que, de lo contrario, los vehícuos sigan circulando por la variante. "Es algo que hay que estudiar", señaló el diputado.

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La N-I registra una intensidad media de 39.000 vehículos al día, una cifra muy superior en el barrio de Bazkardo, en Andoain, por donde pasan cada jornada 76.000 vehículos, de los que un 10% son pesados. En este caso la solución pasa por la variante del Urumea. Algunos tramos ya están acabados, pero su construcción total no concluirá tampoco hasta 2010. La idea es que saque unos 30.000 vehículos del tramo de la N-I comprendido entre Andoain y Lasarte. La zona de Gaintxuriz-keta aguanta 31.000 vehículos cada jornada, una situación que mejorará con la próxima entrada en servicio del desdoblamiento de la carretera.

El tercer punto de mayor tráfico es la A-8, por donde pasan todos los días una media de 34.500 vehículos, cantidad que sube hasta los 77.000 entre San Sebastián y Pasaia. El segundo cinturón contribuirá a bajar esta intensidad, aliviada ya por la entrada en servicio del tercer carril. El tramo entre San Sebastián y Zarautz soporta 38.000 vehículos cada jornada, un peso que se quiere paliar también con la actual contrucción de un tercer carril, que podría estar operativo a principios de 2009.

Algo más que carreteras

Luis Murguía, asesor de movilidad del Real Automóvil Club Vasco Navarro, reconoce que no existe una fórmula mágica para solucionar los problemas del exceso de tráfico. Es un asunto complicado, pero, en todo caso, tiene claro que no basta con construir más y más carreteras nuevas. "Desde que se detecta un problema hasta que se implanta una solución pasan muchos años y casi siempre se llega con retraso", comenta a EL PAÍS, para añadir que, además, el mero hecho de ejecutar más vías genera nuevos flujos de tráfico.

En su opinión, los políticos no sólo deberían "gestionar mejor" las carreteras que ya existen, sino que tendrían que mirar más allá. Es decir, no abordar el asunto sólo desde un punto de vista, sino trabajar entre distintos departamentos y estudiar también aspectos como la ordenación y el diseño urbano del territorio, lo que condiciona a veces la movilidad.

Aboga igualmente por una mejor política de transporte público, sobre todo en lo que respecta al tren. Aquí el tiempo, a su juicio, también juega a la contra, porque medidas como el desdoblamiento de las vías de Eusko Tren para mejorar las frecuencias todavía tardarán unos años en hacerse realidad. Por ello, mira también a los conductores y les insta a hacer un uso racional del vehículo.

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