María Pagés lleva al Liceo una 'Sevilla' cargada de símbolos

La bailaora y coreógrafa ofrece hasta el lunes el homenaje a su ciudad natal

Cuando era niña, la bailaora y coreógrafa sevillana María Pagés fue varias veces al Liceo en compañía de su abuela catalana. Años más tarde, Carmen, con la compañía de Antonio Gades le dio la oportunidad de debutar en su escenario. Esta noche, casi un cuarto de siglo después de ese estreno, volverá a pisarlo con la seguridad que le da estar al frente de su propia compañía, poseedora de un sólido prestigio internacional y que, dice, "ha vivido un año pletórico". Desde hoy hasta el lunes, Pagés llevará al teatro su mayor espectáculo hasta la fecha, Sevilla, un homenaje a la ciudad ...

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Cuando era niña, la bailaora y coreógrafa sevillana María Pagés fue varias veces al Liceo en compañía de su abuela catalana. Años más tarde, Carmen, con la compañía de Antonio Gades le dio la oportunidad de debutar en su escenario. Esta noche, casi un cuarto de siglo después de ese estreno, volverá a pisarlo con la seguridad que le da estar al frente de su propia compañía, poseedora de un sólido prestigio internacional y que, dice, "ha vivido un año pletórico". Desde hoy hasta el lunes, Pagés llevará al teatro su mayor espectáculo hasta la fecha, Sevilla, un homenaje a la ciudad donde nació hecho a partir de los símbolos "pero sin tópicos". La artista afronta la experiencia con la sensación de haber cumplido un sueño.

El espectáculo hilvana diversos cuadros "con un hilo que es emocional"

"El Liceo es otro mundo. Y ahora yo también estoy ya en otro mundo", asegura María Pagés, que en esta producción actúa acompañada de 16 bailarines y 6 músicos. El espectáculo se estrenó en mayo de 2006 en Japón -país en el que ha estado de gira 14 veces- y después ha podido verse ya en el teatro de la Maestranza de Sevilla y en la Zarzuela de Madrid. En Sevilla la bailaora vuelve la mirada a la ciudad de su infancia, rescata los años en la academia donde inició su formación, y reúne citas tradicionales, como la Semana Santa o la feria, "que dan orden a la vida". Las ceremonias religiosas y las paganas, la tragedia y la comedia, conviven en una pieza que se desarrolla a ritmo de bulerías, tientos, soleás y sevillanas, pero también de vals y de tango, con temas que adaptan poemas de Lorca, Machado, Ben-Sahl y Saramago.

Pagés asegura que, en el flamenco, "no se pueden olvidar las raíces", pero también que "la evolución es algo natural". A su juicio, "ser correcto es también ser abierto. De lo contrario, el flamenco es un museo". Ese diálogo entre tradición e innovación marca las escenas del espectáculo, pincelado de lunares, abanicos y farolillos. Una sucesión de cuadros hilvanados "con un hilo que es más bien emocional" para hablar "de la Sevilla que soy y de la que forma parte de mí".

Sevilla es justamente como llamaban a la artista cuando llegó a Madrid con 15 años. Entonces era una niña cargada de ilusiones. Ahora en su currículo figuran hitos como haber sido invitada por el maestro Mijaíl Barushnikov para bailar en su centro de arte, y en su agenda se acumulan los proyectos y las citas, como una futura colaboración con la estrella de la danza contemporánea Sidi Larbi Cherkaoui. Y a ella le reconforta que algunos sigan apodándola con el nombre de su ciudad.

María Pagés en una imagen de promoción del espectáculo Sevilla.
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