Vecinos de Tetuán protestan contra un desahucio

El proceso que hoy concluye con el desahucio de cerca de 100 familias del barrio de Tetuán empezó en 1995: muchos propietarios de las casitas bajas de las calles Dulcinea, Teruel, Jaén y Tiziano, cedieron sus propiedades a una empresa a cambio de que ésta reformara el barrio y les devolviera viviendas y locales comerciales. Pero la empresa hipotecó todas estas propiedades por 77 millones de euros. Luego, dejó de pagar. Y pasó lo que sucede cuando se incumple una obligación hipotecaria. El banco se las quedó.

Cerca de una decena de vecinos afectados -"los otros son muy mayores para meter...

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El proceso que hoy concluye con el desahucio de cerca de 100 familias del barrio de Tetuán empezó en 1995: muchos propietarios de las casitas bajas de las calles Dulcinea, Teruel, Jaén y Tiziano, cedieron sus propiedades a una empresa a cambio de que ésta reformara el barrio y les devolviera viviendas y locales comerciales. Pero la empresa hipotecó todas estas propiedades por 77 millones de euros. Luego, dejó de pagar. Y pasó lo que sucede cuando se incumple una obligación hipotecaria. El banco se las quedó.

Cerca de una decena de vecinos afectados -"los otros son muy mayores para meterse en estos líos", cuentan- se han propuesto empapelar de arriba abajo las calles de la zona denunciando la situación. Que Tetuán amanezca con sábanas pintadas colgando desde los balcones hasta el suelo. Que cientos de carteles de la altura de una persona cubran cada tramo de las viejas callejuelas del barrio. Octavillas volanderas arrinconándose en las esquinas y grafittis con pintura negra en las paredes.

"Tienen suerte de que somos gente mayor, sin ganas de mucha pelea y sin recursos", se lamenta Teresa mientras ensambla varios cartelones. Ella, tras 16 años, debe abandonar su vivienda el próximo lunes. "Qué voy a hacer, no me voy a atrincherar, me buscaré la vida", dice, mientras recuerda que los pleitos en los que estos vecinos reivindican que se les reconozca el valor de las escrituras de sus casas siguen su curso. "Pero ya va a ser demasiado tarde", sentencia un reflexivo tabernero de la zona. "No tiene vuelta de hoja. Nos engañaron y ahora sólo queda negociar con el banco hasta que éste diga basta y nos eche".

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