Editorial:

Esquerra monocolor

Puigcercós impone su lista a la ejecutiva. Ahora debe conseguir más seriedad en su partido

El 25º Congreso de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), que ha concluido el pasado fin de semana, ha visto cómo el 37% de la militancia, que apoya a Joan Puigcercós, se imponía al 63% restante, dividido en tres sectores. Y es que por mucha tradición asamblearia, por mucha variedad de tendencias o por duras que sean las rivalidades personales alguien debe asumir el mando y acabar con lo que amenaza con ser una inmensa olla de grillos.

Puigcercós, elegido hace dos fines de semana nuevo presidente de Esquerra, ha cogido el toro por los cuernos y ha decidido aparcar eso que muchos consi...

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El 25º Congreso de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), que ha concluido el pasado fin de semana, ha visto cómo el 37% de la militancia, que apoya a Joan Puigcercós, se imponía al 63% restante, dividido en tres sectores. Y es que por mucha tradición asamblearia, por mucha variedad de tendencias o por duras que sean las rivalidades personales alguien debe asumir el mando y acabar con lo que amenaza con ser una inmensa olla de grillos.

Puigcercós, elegido hace dos fines de semana nuevo presidente de Esquerra, ha cogido el toro por los cuernos y ha decidido aparcar eso que muchos consideran la gran virtud de ERC: su funcionamiento asambleario y multicolor. El nuevo líder de los republicanos, ante la imposibilidad de presentar una ejecutiva de síntesis -el eterno duelo entre el alma independentista y la de izquierdas-, decidió someter su proyecto a los más de 4.000 militantes acreditados.

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No hay otra solución ante tanta variedad de oferta si un partido quiere compatibilizar su vida interna con las tareas de gobierno. Y es que en la Esquerra de este 25º congreso han competido dos pugnas personales -Puigcercós y el presidente saliente, Josep Lluís Carod- y dos proyectos políticos que ponían el acento en el independentismo, apuntando a la revisión del pacto de Gobierno con PSC e ICV-EUiA o a un entendimiento nacionalista con CiU.

La nueva dirección sólo sufrió un serio correctivo de los congresistas: el revés a Xavier Vendrell, mano derecha de Puigcercós, que se quedó a 57 votos de obtener el plácet de la militancia. Vendrell fue el polémico recaudador que envió cartas a decenas de trabajadores de la Generalitat exigiendo que pagaran el 24% de su sueldo al partido. La receta del recaudador republicano no gustó ni a algunos de los propios allegados de Puigcercós, quienes el pasado sábado no ocultaban su satisfacción por el veto.

Anécdotas al margen, Puigcercós tiene el reto de intentar convencer al resto del partido o a una gran mayoría de que su camino es el bueno. ERC debe recuperar la senda iniciada por el primer presidente de la Generalitat republicana, Francesc Macià: actuar con autoridad, dar muestras de seriedad y evitar hacer de gobierno y oposición a un tiempo. Pacta sunt servanda. Los pactos deben cumplirse. Ése es un primer paso.

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