Guerra en el socialismo francés

'Elefantes', presidenciables y segundones se arremolinan como candidatos a tomar las riendas del partido

A cinco meses del Congreso de Reims, que marcará el fin de una época, los socialistas franceses viven en la confusión más absoluta. La batalla por el control del partido se está caracterizando por un juego a múltiples bandas en el que las viejas alianzas dan paso a todo tipo de movimientos tácticos.

La larga serie de derrotas de la izquierda y los cuatro años que le quedan al inquilino del Elíseo, Nicolas Sarkozy, han dejado exhausta la maquinaria del viejo Partido Socialista francés (PS), aunque en una situación bastante confortable para sus dirigentes, todos más o menos bien colocados...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

A cinco meses del Congreso de Reims, que marcará el fin de una época, los socialistas franceses viven en la confusión más absoluta. La batalla por el control del partido se está caracterizando por un juego a múltiples bandas en el que las viejas alianzas dan paso a todo tipo de movimientos tácticos.

La larga serie de derrotas de la izquierda y los cuatro años que le quedan al inquilino del Elíseo, Nicolas Sarkozy, han dejado exhausta la maquinaria del viejo Partido Socialista francés (PS), aunque en una situación bastante confortable para sus dirigentes, todos más o menos bien colocados en las instituciones. El problema es que, reducido a poco más de 150.000 militantes, nadie sabe con cuántos apoyos cuenta cada personalidad y cada corriente. Una situación tentadora para muchos, que hace que el número de candidatos aumente cada día.

Del primer cartel que enfrentaba al alcalde de París, Bertrand Delanoë, a la derrotada aspirante a la presidencia de la República, Ségolène Royal, se ha pasado ahora a una especie de torneo de tenis con eliminatorias previas. Los presupuestos ideológicos que colocaban a Royal en un territorio ampliable por el centro y a Delanoë como representante del socialismo gestor -bendecido explícitamente por el antiguo primer ministro Lionel Jospin-, se han travestido. El alcalde de París osó la herejía de proclamarse "liberal" al anunciar su candidatura y Royal le respondió excomulgándole con los argumentos clásicos de la teología de izquierdas.

Martine Aubry, candidata

El siguiente paso ha sido la aparición en escena de una candidata inesperada: "La otra mujer". Nada menos que Martine Aubry, la hija de Jacques Delors, que como ministra y segunda de a bordo del Gobierno de Jospin (1997- 2002) promovió la ahora denostada semana laboral de 35 horas y que en marzo pasado renovó por abrumadora mayoría su condición de alcalde de Lille. "Estoy orgullosa de poder decir: vamos a reencontrar a la izquierda entusiasta, alegre, orgullosa de serlo, orgullosa de sus valores y que tiene ganas de llevarlos colectivamente", proclama.

Sin proponérselo, los que abrieron paso a la dama de las 35 horas fueron varios dirigentes que se agrupan bajo el nombre de Los Reconstructores: proclamaron la necesidad de impedir que el congreso de Reims se resuma en un duelo entre Delanoë y Royal, pero ahora reaccionan distanciándose rápidamente de la posible candidatura de la alcaldesa de Lille. De paso desvelan que en realidad lo que intentan es mezclarse en la batalla. El diputado Arnaud Montebourg, antiguo apoyo de Royal, insiste en que sólo era una "fuerza de interposición para librarse de la guerra de los jefes". Y Pierre Moscovici, que ya se ha propuesto como candidato, critica la irrupción de una tercera presidenciable.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Elefantes como Laurent Fabius o Dominique Strauss-Kahn -director del FMI- no han dicho la última palabra. Otros esperan su momento. Incluso un veterano como Jack Lang no excluye nada. Mientras, la joven estrella del PS, el diputado y alcalde Manuel Valls, dice que lo que necesita su partido es un cambio generacional.

Queda el primer secretario, François Hollande. Ha renunciado a la reelección, pero no ha dicho que se descarte de la carrera por la presidencia en 2012.

Bertrand Delanoë y Ségolène Royal, durante un mitin en 2007.AFP

Archivado En