Crítica:ROCK | Bon Jovi

Espectáculo para las grandes masas

Los conciertos de estadio tienen un componente de celebración colectiva que, lejos de evocar gregarismo, implica participación, disfrute colectivo, alegría. Tal como está el mercado, cada día más fraccionado, parece que quedan pocos años de este tipo de celebración, a la que inopinadamente se ha sumado Bon Jovi, banda que aumenta el reducido club de artistas capaces de medir su convocatoria, festivales aparte, en decenas de miles de persoans. El caso es que más de 50.000 se acercaron al estadio para seguir a un grupo cuyo líder afronta la madurez -pelo corto en lugar de melena sedosa-, pero cu...

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Los conciertos de estadio tienen un componente de celebración colectiva que, lejos de evocar gregarismo, implica participación, disfrute colectivo, alegría. Tal como está el mercado, cada día más fraccionado, parece que quedan pocos años de este tipo de celebración, a la que inopinadamente se ha sumado Bon Jovi, banda que aumenta el reducido club de artistas capaces de medir su convocatoria, festivales aparte, en decenas de miles de persoans. El caso es que más de 50.000 se acercaron al estadio para seguir a un grupo cuyo líder afronta la madurez -pelo corto en lugar de melena sedosa-, pero cuya pegada sigue fiándose a los tiempos en los que Jon Bon Jovi era un melenudo de carpeta femenina de instituto.

BON JOVI

Lost highway world tour. Estadio Olímpico. Barcelona, 1 de junio.

Triunfaron más que los Stones en su último Olímpico
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Venían avalados por un concierto en Lisboa, donde se convirtieron en los triunfadores del Rock in Río, y visto lo visto en Barcelona, no es de extrañar. La celebración masiva estuvo ambientada por un montaje escenográfico descomunal, también poco imaginativo, pero no hay que pedir peras al olmo, y por un repertorio trufado de grandes éxitos que camuflaron la incorporación del material más reciente. El generoso minutaje de la actuación, dos horas y media; la reiteración de los patrones épicos del rock de estadio; la estampa tópicamente rockera del grupo, por ello digerible sin dificultades, y la concatenación de singles explicaron el éxito. Incluso una persona de seguridad, nariz aplastada de boxeador y gestos inapelables, tarareaba Living on a prayer sin quitar ojo a los que querían colarse.

El sonido, suficientemente alto para enardecer a las masas, ayudó lo suyo, más considerando que el perfil blando del temario de Bon Jovi parece algo más machote cuando se suman decibelios. Jugando con todas las cartas a favor, la noche resultó triunfal, más incluso que la protagonizada por los Stones en su última visita al Olímpico. Bon Jovi supieron poner la vela a favor del viento y patronearon con pericia su embarcación. Nada que objetar a una música pensada sólo para eso, para llegar a mucha gente por encima de cualquier otra consideración. Pues han llegado. De emociones en primera persona, ajenas a colorines y sonido, se puede hablar otro día.

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