Caracoles pasados por agua

La lluvia, en algunos momentos intensa, ha deslucido este año el Aplec del Caragol, que se celebró el fin de semana en Lleida, pero no ha podido con el espíritu festivo que guía esta manifestación gastronómica en la que participa toda la sociedad leridana. El tiempo desapacible no ha hecho suspender ningún acto, aunque sí ha restado afluencia. Los organizadores calculan que durante los tres días que ha durado el evento han pasado por el recinto de los Camps Elisis, donde se celebra la fiesta, unas 170.000 personas, 80.000 menos de lo que se esperaba.

El Aplec del Caragol es una fiesta g...

La lluvia, en algunos momentos intensa, ha deslucido este año el Aplec del Caragol, que se celebró el fin de semana en Lleida, pero no ha podido con el espíritu festivo que guía esta manifestación gastronómica en la que participa toda la sociedad leridana. El tiempo desapacible no ha hecho suspender ningún acto, aunque sí ha restado afluencia. Los organizadores calculan que durante los tres días que ha durado el evento han pasado por el recinto de los Camps Elisis, donde se celebra la fiesta, unas 170.000 personas, 80.000 menos de lo que se esperaba.

El Aplec del Caragol es una fiesta gastronómica de masas que va cada año a más. Los 12.000 participantes agrupados en un centenar de peñas han consumido este año unas 12 toneladas de caracoles, principalmente de la especie conocida como sapenco o bover, que estos días se cotiza a unos 12 euros el kilo. Este rico molusco es el verdadero protagonista de la fiesta y suele comerse de diversas maneras: a la llauna, en salsa, a la gormanda, a la cazuela y también con arroz y conejo. Todo acompañado de carne, longaniza y bebidas alcohólicas abundantes. Este año han tenido que recibir asistencia médica por diferentes motivos 120 personas, una cifra inferior a la de 2007.

Con los años, la dimensión de la fiesta ha crecido de forma espectacular

Ayer uno de los actos más divertidos y coloristas fue el pasacalle, en el que desfilan todos los peñistas con sus respectivos atuendos identificadores y al ritmo de la música de las diferentes orquestas. Los peñistas se concentraron a las 8.00 horas en la avenida del Doctor Fleming y una hora más tarde iniciaron el desfile siguiendo dos itinerarios por el centro de la ciudad hasta confluir en el puente viejo. El tradicional baile de vermut y la comida de hermandad pusieron fin a la fiesta.

Con los años, las dimensiones de la fiesta han crecido de forma espectacular, de manera que la organización lleva varios años sin poder autorizar la inscripción de nuevas peñas por falta de espacio. El recinto también se ha quedado pequeño y las molestias han empezado a hacer mella en los participantes, que después de cada edición exigen mejoras. En caso de lluvia, como este año, las incomodidades son más evidentes por la formación de charcos y barro.

La Federació de Colles, entidad que agrupa a las peñas, ya ha anunciado que trabajará por mejorar las infraestructuras del recinto, pensando sobre todo en la edición del año que viene. El presidente, Xavier Pérez, destacó que, pese a las carencias y las inclemencias del tiempo, el Aplec se ha desarrollado con normalidad gracias al excelente comportamiento de todas las peñas, que en ningún momento han perdido el espíritu festivo.

El alcalde de Lleida y participante activo del evento gastronómico, el socialista Àngel Ros, tomó ayer el guante lanzado por la organización y aseguró que el Consistorio continuará la pavimentación de las calles, mejorando la red de alcantarillado y aumentando los servicios de los Camps Elisis para las próximas ediciones, ya que de momento no está previsto cambiar de ubicación. Ros recordó que las obras de mejora se iniciaron en el anterior mandato con la instalación de tomas de agua potable para las peñas y la reforma urbanística del recinto.