Análisis:Cosa de dos

Sentido

John Carlin publicó el otro día, en este mismo espacio, una excelente columna titulada Terrorismo natural. Se refería al valor de la mortandad como mercancía informativa: muy alto, cuando la matanza es provocada por el hombre, y menos alto, cuando la causa es natural, como en China o Myanmar. Carlin tiene razón. Un atentado con 100.000 cadáveres habría sido la noticia del siglo. El terremoto chino, con 100.000 cadáveres, es sólo una noticia importante. Ésa es una vieja característica del periodismo. La televisión, que funciona con códigos propios, se maneja con cierta eficacia en...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

John Carlin publicó el otro día, en este mismo espacio, una excelente columna titulada Terrorismo natural. Se refería al valor de la mortandad como mercancía informativa: muy alto, cuando la matanza es provocada por el hombre, y menos alto, cuando la causa es natural, como en China o Myanmar. Carlin tiene razón. Un atentado con 100.000 cadáveres habría sido la noticia del siglo. El terremoto chino, con 100.000 cadáveres, es sólo una noticia importante. Ésa es una vieja característica del periodismo. La televisión, que funciona con códigos propios, se maneja con cierta eficacia en estos desastres naturales: basta abrir el informativo con imágenes. El efecto es siempre impactante. Los periódicos, en cambio, sufren. Se les nota la incomodidad. Por buenas que sean las crónicas desprenden aroma a estupor.

Más información

El lector es sin duda consciente de que la prensa escrita se gana la vida respondiendo cada día, cientos de veces, a una misma pregunta: ¿por qué? La necesidad de responder nos lleva a forzar titulares, a retorcer textos, a aventurar hipótesis. Estamos dispuestos a cualquier cosa, menos a quedarnos boquiabiertos.

En cierto sentido somos como Al Capone: vendemos protección. Ofrecemos de forma cotidiana una realidad teóricamente comprensible, ordenada por páginas y columnas, y abundante en explicaciones. Informamos, por supuesto, pero sobre todo tranquilizamos. Para nosotros, los periódicos, la vida tiene sentido. Por un euro, interponemos entre usted y el caos una pantalla de racionalidad. Le protegemos del horror y del abismo nihilista. Incluso los diarios sensacionalistas, que no venden explicaciones, sino afirmaciones ("esto puede ocurrirle a usted"), y hacen negocio con el miedo, tienen su coartada racional: nos avisan del peligro.

Este periódico, con la fosa china aún abierta, publicaba ayer este titular: ¿Dios creó al hombre o el hombre creó a Dios? Habría quedado perfecto en las páginas del terremoto.

Archivado En