Reportaje:

Humor negro y fantasías inquietantes

Jorge Rueda muestra una selección de sus fotografías en Sevilla

La proa de un enorme barco se acerca a tres bañistas que, de espaldas, parecen toparse con un monstruo mitológico. Un sesudo hombre maduro, con la barba recortada al milímetro y el aire solemne de un pensador celebrado por sus contemporáneos, se levanta las faldas y muestra unas bragas diminutas. Un señor calvo y con gafas negras saca la lengua, mientras hace relucir dos afilados colmillos y le asoma por la camisa un pecho femenino. Son imágenes inquietantes bajo cuya superficie corre un río de humor negro. Son fotografías de Jorge Rueda y pertenecen a la exposición Human, que fue inaug...

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La proa de un enorme barco se acerca a tres bañistas que, de espaldas, parecen toparse con un monstruo mitológico. Un sesudo hombre maduro, con la barba recortada al milímetro y el aire solemne de un pensador celebrado por sus contemporáneos, se levanta las faldas y muestra unas bragas diminutas. Un señor calvo y con gafas negras saca la lengua, mientras hace relucir dos afilados colmillos y le asoma por la camisa un pecho femenino. Son imágenes inquietantes bajo cuya superficie corre un río de humor negro. Son fotografías de Jorge Rueda y pertenecen a la exposición Human, que fue inaugurada ayer en la Sala Santa Inés (Doña María Coronel, 5), en Sevilla. La muestra, que estará abierta hasta el próximo 30 de abril, ha sido organizada por el Centro Andaluz de la Fotografía.

La exposición reúne 98 piezas que repasan la labor del fotógrafo almeriense desde 1970 hasta 2007. Rueda dirigió la revista fotográfica Nueva Lente, una bocanada de aventuras creativas en un tiempo tan quebradizo y cambiante como los años setenta. Muchas de sus fotos dan cuenta de las contradicciones que hacían tambalear el suelo de la Transición. Militares de mirada hosca y desconfiada comparten espacio con cuerpos desnudos que parecen varados en una soledad eterna. Rueda dejó constancia de unos días frágiles y prestos a adaptarse a cualquier aspiración.

El fotógrafo almeriense fue un novedoso impulsor de imágenes cuando no existían los programas de edición gráfica propiciados por las nuevas tecnologías. Sus célebres carteles no dejaban indiferente a nadie, ya que en muchas ocasiones unían la intensidad de una bofetada visual con un sarcasmo purulento. La provocación, la fantasía y el rastreo de un orden oculto tras las piezas dispersas del rompecabezas de la realidad convierten la obra de Rueda en un referente de la fotografía española. Sus fotos han sido expuestas en Bruselas, Estocolmo, Ginebra, Londres, Milán, Nueva York, París, Roma y Tokio, entre otras ciudades.

Rueda hizo ayer visible su satisfacción por el marco de la muestra. "Hoy por fin veo colmadas todas mis expectativas vitales. En primer lugar, porque he conseguido que mis fotografías se vean en un convento. En segundo lugar, porque hace poco he conseguido ligar con una guardia civil", comentó Rueda. El fotógrafo se definió de forma taxativa: "Soy un inculto. Ni leo ni estudio. Soy un profundo ignorante contento de serlo".

Respecto a su obra fotográfica Rueda intentó hacer matizaciones y descartar el estilo surrealista al que suele ser adscrita. "Cuento lo que me da la gana. Esto de surrealismo no tiene nada. Prefiero la denominación de realismo fantástico, como tituló un gran crítico europeo", señaló. "No sé exactamente lo que quiero decir con mis fotografías. Me dejo ir y dejo que la cosa brote", agregó Rueda.

El director del Centro Andaluz de la Fotografía, Pablo Juliá, definió a Rueda como "un gran maestro". "Fue la fantasía en la fotografía. Le debemos mucho. Con él aprendió mucha gente. Su apuesta por el diseño en la fotografía funcionó muy bien", explicó Juliá.

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La exposición va acompañada de un detallado catálogo publicado por la Junta y Lunwerg Editores.

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