Análisis:ELECCIONES 2008 | Campaña electoral

Métodos

"No dependas sólo del Método, invéntate algo que a ti te funcione", aconsejaba Stanislavski, el gran maestro de actores. Los cinco candidatos ofrecieron anoche cada uno su propio repertorio dramático y gestual, que en general resultó bastante pobre y anodino. Vamos, que ninguno se llevaría un Oscar. El registro de Carme Chacón podríamos calificarlo de vagamente chejoviano, una jovialidad y una sonrisa amplia que se disuelven en una intangible melancolía. Duran Lleida, adusto y hierático, mostró una teatralidad rígida digna de una obra de Racine. Joan Ridao se movió en terrenos de Ibsen, con un...

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"No dependas sólo del Método, invéntate algo que a ti te funcione", aconsejaba Stanislavski, el gran maestro de actores. Los cinco candidatos ofrecieron anoche cada uno su propio repertorio dramático y gestual, que en general resultó bastante pobre y anodino. Vamos, que ninguno se llevaría un Oscar. El registro de Carme Chacón podríamos calificarlo de vagamente chejoviano, una jovialidad y una sonrisa amplia que se disuelven en una intangible melancolía. Duran Lleida, adusto y hierático, mostró una teatralidad rígida digna de una obra de Racine. Joan Ridao se movió en terrenos de Ibsen, con un aire existencialista, casi torturado. Dolors Nadal, de gestualidad minimalista y algo cansina remitió a los códigos de Estudio 1. Mientras que Joan Herrera, el más teatral desde el punto de vista de la expresión corporal, el que más registro exhibió, fue shakespeariano, con algo de Hamlet -el físico le ayuda-, no por la duda, precisamente, sino por cierta fogosidad. Los recursos gestuales fueron en general mínimos y habrían exasperado, por cotidianos, burdos y poco imaginativos a aquella inolvidable Flora Davis que nos descubrió los códigos ocultos que destila nuestro cuerpo en La comunicación no verbal (Alianza). Como estaban sentados, los hombres no tuvieron que emplear la más socorrida de las posiciones masculinas, las manos cruzadas delante de la entrepierna. En cuanto a ellas, no pudo verse si adoptaban el seductor cruce de piernas conocido como piernas en paralelo -es probable que Nadal no-.

Es un axioma del lenguaje corporal que la gente que no es sincera ríe sólo con la boca. Los políticos han de recordarlo. Anoche hubo errores garrafales: Duran se rascó la nariz, signo fisiológico de que no se está diciendo la verdad -el denominado síndrome Pinocho: el aumento de la presión sanguínea causa hormigueo y picor en las sensibles terminaciones nerviosas de las fosas nasales-. En cambio, se frotó bien las manos (expectativas de victoria). No paró de beber agua e hizo sufrir un poco al traslucir cierta fragilidad física. Ridao se aferró al bolígrafo (inseguridad) y se asintió a sí mismo (un gesto realmente bobo), aunque lo compensó instintivamente con miradas de gran profundidad fruto de esos bonitos ojos que Dios le ha regalado. Chacón adoptó recurrentemente la posición de manos unidas, que indica frustración y sensación de estar perdiendo, y la de escucha aburrida. Nadal se tocó la oreja, signo de ansiedad y de estar harto de oír a los demás, y bajó la mirada muchas veces. Se enfadó sin energía. Se cerró con los brazos. Herrera apuntó con el dedo, algo siempre molesto. Él y la candidata del PP se tocaron ligeramente: un momento intenso, pero sin duda no estábamos en Un tranvía llamado Deseo.

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