Crítica:ROCK

Juliette, actuando

Salió de rojo ajustado, con una solitaria pluma apache rematando una cabeza de la cual colgaba la melena como un estandarte de rebeldía. No menos paradigmática era la apariencia de los músicos, con aspecto de chicos duros, de esos que gastan ahorros en tatuarse love & hate en recónditos rincones de su masculinidad. Antes incluso de que comenzara el estruendo, ella ya se movía apasionada y conocedora del papel. Sonó Hot kiss, título especialmente adecuado. Nadie dijo "¡corten!" y el asunto se prolongó durante una hora y media.

Juliette Lewis no es Woody Allen. Ella realment...

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Salió de rojo ajustado, con una solitaria pluma apache rematando una cabeza de la cual colgaba la melena como un estandarte de rebeldía. No menos paradigmática era la apariencia de los músicos, con aspecto de chicos duros, de esos que gastan ahorros en tatuarse love & hate en recónditos rincones de su masculinidad. Antes incluso de que comenzara el estruendo, ella ya se movía apasionada y conocedora del papel. Sonó Hot kiss, título especialmente adecuado. Nadie dijo "¡corten!" y el asunto se prolongó durante una hora y media.

Juliette Lewis no es Woody Allen. Ella realmente parece creer que su mejor actuación se producirá sobre un escenario, sin esperar que nadie la corte, apurando un papel que visualiza en torno a tópicos escénicos que relacionan pasión con movimiento, gesticulación con entrega, desmelene con intensidad. Esa es Juliette, que, detalle menor, estaba completamente afónica y, dado que no se trataba de cine, careció de doble que sustituyese su voz. Se trata de una tontería sin importancia; en un mundo de imagen, ella movió la suya y eso bastó.

JULIETTE & THE LICKS

Espacio Movistar. Barcelona, 25 de enero.

Meritorios en prácticas

Entre el público, alguna pinta dura y, arriesgando juicio y observación, mitómanos en prácticas. Los músicos de Juliette también parecían meritorios, cuya especialidad consistía en airear pelambreras y enseñar los tatuajes mostrables. En el aire un punk-rock que de punk-rock tenía fundamentalmente la suciedad sonora que debió de saturar el audio de la gran cantidad de cámaras televisivas presentes en una sala que apenas alcanzó la media entrada.

Entre el repertorio, hubo mayoría de temas de su segundo disco, una versión de Donna Summer y trucos consabidos para alargar la duración del concierto. Juliette se hizo la desinteresada hasta que subió el volumen del griterío entre el personal, los músicos aporrearon al alimón la batería y, sin que viniese a cuento, Juliette se arrojó sobre las cabezas de la primera fila con la buena fortuna de que nadie se apartó.

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No hay como ser una estrella para que el cuerpo se convierta en pasamanos. No hay como ser una estrella que esquiva las cámaras para que sobreactuar no se convierta en un problema. No hay nada como un capricho para que todo se salve por el mero hecho de poner voluntad.

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