Columna

Calla, Salomón

Mondragón Corporación Cooperativa es un gran ejemplo de iniciativa empresarial con carácter humanista y social que supo evolucionar con éxito conservando su carácter cooperativo, con toda su carga ideológica de afirmación comunitaria. Probablemente lo que los vascos guipuzcoanos consiguieron sea algo que los gallegos no somos capaces de hacer, pero nosotros hemos ensayado otros caminos, aquí han nacido iniciativas sociales, culturales y empresariales diversas. Algunas con éxito y otras no.

Sargadelos es uno de esos ensayos nuestros, nacido del diálogo intelectual entre Luis Seoane e Isa...

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Mondragón Corporación Cooperativa es un gran ejemplo de iniciativa empresarial con carácter humanista y social que supo evolucionar con éxito conservando su carácter cooperativo, con toda su carga ideológica de afirmación comunitaria. Probablemente lo que los vascos guipuzcoanos consiguieron sea algo que los gallegos no somos capaces de hacer, pero nosotros hemos ensayado otros caminos, aquí han nacido iniciativas sociales, culturales y empresariales diversas. Algunas con éxito y otras no.

Sargadelos es uno de esos ensayos nuestros, nacido del diálogo intelectual entre Luis Seoane e Isaac Díaz Pardo y de la iniciativa empresarial de este último, que le dio el aspecto y el carácter que tiene. No hay duda, el grupo Sargadelos es creación de Díaz Pardo.

En Sargadelos una parte no puede vencer a la otra. La única salida es el diálogo interno

Para comprender el conflicto que ahora se escenifica ante la sociedad de forma tan gráfica, tan espectacular, hay que recordar ese nacimiento de Sargadelos y su desarrollo. Nació para producir cultura gallega a través de la industria, la invocación en sus inicios a la Bauhaus alemana no era gratuita, y fue interpretado por el país como una afirmación de su identidad. Sargadelos es hoy parte del repertorio de símbolos que forman la identidad de los gallegos y gallegas mayores de 30 años, personas que se han casado y recibieron como regalo una vajilla de Sargadelos o que regalaron un juego de café a una prima que se casa.

Las figuras que diseñó Isaac y sus colaboradores, una vaca marela, un marinero, la jarra con la cara de Castelao, Roi Xordo u Otero Pedrayo adornan las vitrinas y repisas de las casas donde entraron los estudios universitarios o de bachillerato. Esas lozas y porcelanas son parte de nuestro paisaje doméstico y del paisaje social. Eso es Sargadelos, su presencia entre nosotros puede evolucionar en el futuro de otro modo, pero hoy es eso.

El grupo Sargadelos tiene un carácter empresarial contradictorio y único: es una empresa pero tiene rasgos de fundación; su volumen en cifras es pequeño pero ocupa gran espacio en nuestra imaginación; es percibido por la sociedad, sus clientes, como un patrimonio colectivo, pero al tiempo es visto como creación personal del fundador y aún hoy su mayor accionista, Isaac Díaz Pardo. Isaac, como la empresa que creó, es contradictorio y único, la empresa es su reflejo.

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En los últimos tiempos ha cambiado la composición del capital, y el fundador y los accionistas que le apoyan han quedado en minoría en un conflicto áspero y desgarrado. Es conveniente recordar lo evidente, que las cosas casi nunca suceden como debieran, pero suceden. Hoy asistimos todos a un conflicto que tiene dividida a la empresa y amenaza con partirla y, ya que se nos hace público, tenemos algo de responsabilidad en la representación que se sucede ante nuestros ojos. No caigamos en la tentación de animar la tragedia, no juguemos como Salomón a partir el niño al medio para averiguar quién es la madre y quién no.

La nueva mayoría accionarial debe partir de la asunción de lo que fue y es esa empresa. Quizá hayan tardado en saberlo y quizá ahora consideren un error haber invertido ahí su capital, pero no hay solución a un conflicto que no parta de aceptar la realidad. Si volamos sobre los detalles y las personas que protagonizan el conflicto, vemos que en Sargadelos se vive un debate interno sobre el modelo de empresa: los nuevos accionistas pretender cambiar ese modelo. Es una voluntad legítima empresarialmente, incluso puede ser conveniente para el bien de la compañía, pero desde luego esos cambios en el modelo de empresa no se podrán realizar combatiendo contra la realidad.

Y una parte importante de la realidad de esa empresa es que, aunque unos tengan la mayoría en la composición del capital y eso les teóricamente les confiere la potestas, la capacidad, Isaac Díaz Pardo es el dueño moral, tiene la autorictas sobre la compañía y la marca, y en este mundo simbólico eso es determinante. Esa realidad hay que aceptarla y pactar con ella.

Una parte no puede vencer a la otra, la única salida es que venzan las dos partes, entonces vencerá la empresa. La situación actual es una amenaza para la empresa, para los empleos de sus trabajadores. La única salida es el diálogo interno al que deseamos toda la frialdad y racionalidad que podamos, pues una empresa solo puede existir sobre bases y comportamientos racionales.

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