Tribuna:COYUNTURA NACIONAL

Balance de 2007

Acaba el año y parece éste un buen momento para hacer un breve balance del mismo. Si hubiera que sintetizar en una idea lo que ha ocurrido, yo diría que ha sido un año en general bueno, pero de transición hacia una nueva fase del ciclo económico que se vislumbra peor, o al menos, con mayores incertidumbres, lo que, junto a la proximidad de las elecciones generales, provoca este estado de alta sensibilidad hacia las noticias económicas que se percibe en los medios de comunicación y que se traduce en un empeoramiento de los indicadores de confianza o clima económico.

Un primer apunte es q...

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Acaba el año y parece éste un buen momento para hacer un breve balance del mismo. Si hubiera que sintetizar en una idea lo que ha ocurrido, yo diría que ha sido un año en general bueno, pero de transición hacia una nueva fase del ciclo económico que se vislumbra peor, o al menos, con mayores incertidumbres, lo que, junto a la proximidad de las elecciones generales, provoca este estado de alta sensibilidad hacia las noticias económicas que se percibe en los medios de comunicación y que se traduce en un empeoramiento de los indicadores de confianza o clima económico.

Un primer apunte es que, como suele ser habitual en las fases expansivas, el crecimiento del PIB ha sido superior al previsto. Frente a tasas del 3,2% y 3,4% que contemplaban en el otoño de 2006 el Gobierno y el consenso de analistas privados, respectivamente, la cifra final se situará en torno al 3,8%. En relación al conjunto de la eurozona, la tasa española será 1,2 puntos porcentuales mayor, aunque, si tenemos en cuenta el diferencial de crecimiento de la población, el aumento del PIB real per cápita habrá sido igual o algo inferior.

El reparto de la renta entre los factores productivos ha sido más equilibrado que el de los últimos años

Como puede observarse en los gráficos adjuntos, esta tasa del 3,8% es muy similar a la de 2006 y a la media del periodo 1996-2006. Sin embargo, en la calle prevalece la idea de que este año ha sido peor. Ello es explicable porque una de las variables que determinan el mayor o menor grado de alegría con que los ciudadanos perciben la economía, el consumo, ha continuado la tendencia de moderación que ya inició en 2006, aunque todavía habrá aumentado en términos reales por encima del 3%, que no está mal. La misma línea de moderación, hasta venirse prácticamente abajo en la segunda mitad del año, ha experimentado el otro gran capítulo del gasto de los hogares, la compra de viviendas nuevas, si bien, ello no se refleja todavía en toda su magnitud en los datos de la inversión en construcción residencial porque la contabilidad nacional computa como inversión la obra que se ha realizado en el periodo y ésta viene determinada en gran medida por la que se inició uno o dos años antes. El debilitamiento del gasto de los hogares se ha compensado por el fuerte aumento de la inversión de las empresas y por la mejora de la aportación de la demanda externa neta, lo que ha reequilibrado las bases del crecimiento a corto plazo, haciendo la situación más sostenible a medio plazo. No obstante, el déficit exterior por cuenta corriente ha seguido aumentando hasta una cifra escalofriante, un 9,6% del PIB, lo que significa que ha seguido aumentando la deuda de los hogares y de las empresas.

El reparto de la renta entre los factores productivos ha sido más equilibrado también que el de los últimos años: el PIB nominal, excluyendo los impuestos que gravan los productos, ha crecido en torno al 7,4%, el excedente bruto de explotación lo ha hecho tres décimas por encima y las remuneraciones de los asalariados, un par de décimas por debajo. El empleo asalariado aumentó un 3,4% (3% el empleo total) y la remuneración media, un 3,7%, lo que supone una importante ganancia de poder adquisitivo ya que el aumento en media anual de los precios de consumo fue del 2,8%. La tasa de paro se redujo 3 décimas, hasta el 8,2%, quedando un punto por encima de la media de la eurozona. En definitiva, no ha sido un mal año, aunque lo acabemos preocupados por el próximo, para el que les deseo a todos lo mejor.

Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).

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