Cuidados paliativos

El pasado 6 de diciembre falleció mi esposa, Sebi, en el hospital Clínico de Valladolid, víctima de un cáncer, después de 20 días en cuidados paliativos. Cuando le informamos de la irreversibilidad de su muerte lo aceptó con una entereza, naturalidad y afecto hacia los que le acompañábamos y los sanitarios que le cuidaban que nos dejó sorprendidos. Nos llegó a decir que "no nos preocupáramos por ella, que la muerte era más dura vivirla desde fuera que desde dentro". Y con esta paz se fue despidiendo de todos, hasta donde sus fuerzas se lo permitieron. Todo ello fue posible no sólo por la posit...

El pasado 6 de diciembre falleció mi esposa, Sebi, en el hospital Clínico de Valladolid, víctima de un cáncer, después de 20 días en cuidados paliativos. Cuando le informamos de la irreversibilidad de su muerte lo aceptó con una entereza, naturalidad y afecto hacia los que le acompañábamos y los sanitarios que le cuidaban que nos dejó sorprendidos. Nos llegó a decir que "no nos preocupáramos por ella, que la muerte era más dura vivirla desde fuera que desde dentro". Y con esta paz se fue despidiendo de todos, hasta donde sus fuerzas se lo permitieron. Todo ello fue posible no sólo por la positiva actitud de Sebi, sino por la buena aplicación de los cuidados paliativos y la atención personal que allí recibió, que le liberaron de los fuertes dolores producidos por el tumor y le crearon las condiciones objetivas para que dicha actitud pudiera expresarse como se expresó. Por ello, ante el cuestionamiento que a veces se hace de los cuidados paliativos, quiero mostrar públicamente mi agradecimiento y reconocimiento al buen hacer de estos profesionales de la sanidad pública. Ya que la forma en la que se aplicaron estos cuidados facilitaron que ella, con su actitud positiva, convirtiera un hecho de naturaleza trágica, como era su muerte irreversible, en una expresión de dignidad humana, que nos ha dejado a todos los familiares y amigos un gratísimo recuerdo.