Cartas al director

Los niños de la guerra

En la página 2 de este periódico del pasado sábado 22, aparece una gran fotografía cuyo pie nos da a entender que representa a un grupo de niños jugando con armas de plástico.

Si nos fijamos en dicha foto, no se aprecia por ningún lado el juego a que alude dicha leyenda, más bien asemeja a los participantes de una batalla real a los cuales se les hubiera puesto el rostro de niños en un alarde de photo-shop; pero la realidad es que son los propios niños los actores del evento con un papel que se conocen bien, pues es el aprendizaje diario al que están abocados desde el primer día ...

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En la página 2 de este periódico del pasado sábado 22, aparece una gran fotografía cuyo pie nos da a entender que representa a un grupo de niños jugando con armas de plástico.

Si nos fijamos en dicha foto, no se aprecia por ningún lado el juego a que alude dicha leyenda, más bien asemeja a los participantes de una batalla real a los cuales se les hubiera puesto el rostro de niños en un alarde de photo-shop; pero la realidad es que son los propios niños los actores del evento con un papel que se conocen bien, pues es el aprendizaje diario al que están abocados desde el primer día que ven la luz. Probablemente, por miedo a lo desconocido no acepten ya otro tipo de vida. Se encuentran como pez en el agua, y esperemos que no se convierta en una metafórica bola de nieve.

Decía Rainer María Rilke que la niñez es la patria del hombre, por lo tanto, a partir de la adolescencia pasamos a ser unos exiliados; estos niños, sin embargo, son unos apátridas y, así como nosotros, en nuestros últimos años, podemos regresar y con la ventaja de portar una maleta llena de sabiduría, estos niños nunca, aunque quisieran, podrían encontrar ese mundo de sueños -donde se fabrica la realidad- que es la infancia, puesto que les es totalmente desconocida.

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Tenemos que mentalizar a las próximas generaciones que las armas se pueden cambiar por diálogo. El día que en uno de los reportajes fotográficos que se realizan en los innumerables conflictos bélicos, aparezca un esbozo de sonrisa en un rostro infantil, podremos empezar a ver la luz de nuestro futuro como ser humano.

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