Cartas al director

Una lección de política

Fue el pasado marzo cuando el presidente del Gobierno inauguró la magnífica iniciativa de Televisión Española llamada Tengo una pregunta para usted. Por este formato televisivo, importado de otros países, han pasado los líderes políticos y representantes públicos más relevantes. La sociedad ha valorado de manera muy positiva un proyecto que supone un hito en la comunicación entre ciudadanos y gobernantes.

Los debates en torno a las palabras, gestos y formas de cada uno de los políticos que han participado han protagonizado los días posteriores a cada emisión. Se ha hablado mucho ...

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Fue el pasado marzo cuando el presidente del Gobierno inauguró la magnífica iniciativa de Televisión Española llamada Tengo una pregunta para usted. Por este formato televisivo, importado de otros países, han pasado los líderes políticos y representantes públicos más relevantes. La sociedad ha valorado de manera muy positiva un proyecto que supone un hito en la comunicación entre ciudadanos y gobernantes.

Los debates en torno a las palabras, gestos y formas de cada uno de los políticos que han participado han protagonizado los días posteriores a cada emisión. Se ha hablado mucho de cada comentario y cada anécdota, llegando incluso a formar parte del debate en las más altas esferas institucionales. Sin embargo, se habla poco de lo más importante.

El programa ha demostrado que la ciudadanía española no permanece ajena al debate político. Desde la Ciencia Política se ha trabajado mucho en el tema de la desafección política, es decir, la falta de confianza de los ciudadanos en las instituciones, en su capacidad de influencia en el sistema y en que el sistema responda a sus demandas. Se trata de un fenómeno paradójico, pues al mismo tiempo los ciudadanos valoran positivamente al sistema democrático. En muchas ocasiones se culpa al ciudadano del desapego y el desinterés, sin embargo, cuando se le da ocasión de participar e implicarse, el ciudadano responde de forma ejemplar.

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Tengo una pregunta para usted ha demostrado que en España existe una ciudadanía deseosa de participar en la política, en esa política que nos lleva a las raíces del concepto. Una población con problemas concretos y con ansias de comunicarlos a unos poderes públicos que les escuchen. También hemos visto a unos ciudadanos que no sólo critican sino que además proponen y dialogan. Y todo ello, con un orden, un respeto y una serenidad digna de ser tomada en cuenta.

Nos tenemos que preguntar si después de asistir a dichos programas los políticos han tomado nota. Deberían reflexionar en dos direcciones: en primer lugar que los ciudadanos quieren participar y sólo necesitan ser más y mejor escuchados así como que se resuelvan sus problemas; y en segundo, que deben tomar ejemplo de la ciudadanía en cuanto a las formas de debatir y comportarse a la hora de "hacer política".

El primer paso para humanizar la política debe ser que los que la ejercen de forma profesional bajen del pedestal más a menudo, es decir, que se humanicen.

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