Tribuna:

Capitán 'Fosforito'

Seguro que lo recuerdan, porque el episodio ocurrió hace unas pocas semanas y, además, dio la vuelta a todas las televisiones del mundo hispánico. Me refiero a la actuación de la diputada oficialista venezolana Iris Varela -cuyo humor sulfúreo y agresivo le ha valido el mote de Comandante Fosforito- cuando irrumpió en un estudio de la cadena regional Táchira Radio Televisión flanqueada por cuatro guardaespaldas y, en un peculiar ejercicio del derecho de réplica, la emprendió a golpes y bofetadas contra el periodista local Gustavo Azúcar, al que acusaba de haberla calumniado.

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Seguro que lo recuerdan, porque el episodio ocurrió hace unas pocas semanas y, además, dio la vuelta a todas las televisiones del mundo hispánico. Me refiero a la actuación de la diputada oficialista venezolana Iris Varela -cuyo humor sulfúreo y agresivo le ha valido el mote de Comandante Fosforito- cuando irrumpió en un estudio de la cadena regional Táchira Radio Televisión flanqueada por cuatro guardaespaldas y, en un peculiar ejercicio del derecho de réplica, la emprendió a golpes y bofetadas contra el periodista local Gustavo Azúcar, al que acusaba de haberla calumniado.

Por una curiosa asociación de ideas -un link, como se dice ahora- la gesta de la Comandante Fosforito fue lo primero que me vino a la cabeza después de leer, la semana pasada, las ruidosas declaraciones de Joan Ferran, portavoz adjunto del PSC en el Parlamento catalán y miembro conspicuo de aquella promoción de capitanes socialistas que han alcanzado hace tiempo el generalato. Ya saben: las declaraciones en las que Ferran proclamaba la necesidad de "arrancar la costra nacionalista" de Catalunya Ràdio y TV-3, costra que impide a éstas ser "unas emisoras plurales y equilibradas" y que ha convertido a Televisió de Catalunya en un medio "antigubernamental", "despiadado con el Gobierno catalán".

La agresividad de las declaraciones de Joan Ferran responde a un designio táctico bien meditado

Joan Ferran Serafini tiene fama de ser, dentro de lo que cabe en Cataluña, un diputado-jabalí, un polemista duro, uno de esos políticos-ariete con que todos los partidos cuentan para tareas de demolición de la muralla enemiga. Con tales antecedentes, y el malhumor socialista tras la manifestación del 1 de diciembre, era fácil inferir que, simplemente, se le había calentado la boca. Pero no: las declaraciones de marras fueron sopesadas con toda frialdad, y quienes le hemos tratado sabemos que Ferran es un jabalí disciplinado y de conveniencia, cuya agresividad responde siempre a unos designios tácticos bien meditados.

¿A cuáles, en este caso? Sin duda, y tres meses antes de unas reñidas elecciones generales, se trataba de lanzar un mensaje intimidatorio, un aviso para navegantes, una brutal queja preventiva a la intención de periodistas y directivos de las emisoras citadas. Se trataba, también, de tensionar el proceso negociador de la nueva cúpula de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (CCMA), mostrando los colmillos del PSC ante dicha negociación. Seguramente, incluso, Joan Ferran ha querido prevenir fugas electorales por el flanco españolista. Ahora bien, en persecución de estos inconfesados objetivos, el diputado plantea una cuestión de fondo que sí merece comentario y réplica: la cuestión del "punto de vista", lo que él llama "la cosmovisión" de las emisoras de la Generalitat.

Se lamenta Ferran de que éstas tengan una "cosmovisión nacionalista", y exige que sean "en catalán, nacionales, pero no nacionalistas", que "se abstengan de hacer proselitismo nacionalista y de construir patrias". A ello, dos objeciones. La menor es que, tras 29 años de exitosa historia, el PSC todavía no ha sido capaz de explicarnos en qué consiste aquí ser nacional sin ser nacionalista, por dónde discurre esa idílica tercera vía identitaria, equidistante entre el nacionalismo catalán de Convergència y Esquerra y el nacionalismo español del PP y casi todo el PSOE. ¿Y debían ser los periodistas de TV-3 los que hallasen la fórmula mágica?

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La segunda y principal objeción es que todas las emisoras públicas o privadas de nuestro entorno poseen un punto de vista, destilan un nosotros. ¿Ha olvidado Joan Ferran que el mandato-marco preparado hace tres meses por el PSOE para Radiotelevisión Española -a la que también financiamos entre todos- incluye entre las tareas del Ente "contribuir a la construcción de la identidad de España" (el subrayado es mío)? ¿Ve a menudo la información deportiva de los telediarios, donde -por ejemplo- a los jugadores españoles en la Liga Profesional de Baloncesto norteamericana se les describe como "los nuestros en la NBA"? La cosmovisión neutra no existe en los medios de comunicación; para los medios catalanes, ésta sólo puede ser regional o nacional; y a lo nacional sin Estado propio lo suelen llamar nacionalista. Voilà tout.

Para completar la evaluación de las palabras del diputado Ferran, vale la pena atender a las reacciones que han suscitado. Entre un alud de críticas, descalificaciones o denuestos procedentes de Esquerra, de Convergència, de Iniciativa, del Sindicato de Periodistas, de los Comités Profesionales de TV-3 y de Catalunya Ràdio, y de muchas otras instancias, lo de "arrancar la costra nacionalista" ha obtenido el aplauso de dos fuerzas políticas: el Partido Popular y Ciutadans. Pero no sólo de los consabidos Carina Mejías, Albert Rivera, Jorge Fernández Díaz y demás portavoces de guardia; también de los grandes gurús de esas siglas en materia de españolismo. El máximo mentor intelectual de Ciutadans, en un alarde de rigor, ha atrapado la ocasión al vuelo para comparar Catalunya Ràdio y TV-3 con la Radio Nacional de España del franquismo... Y Alejo Vidal-Quadras, transido de emoción ante la "honradez intelectual" del socialista Ferran, lo ha adoptado como testigo de cargo sobre el "ideario secesionista", el "pensamiento único antiespañol", el "odio" que destilan los medios de comunicación de la Generalitat. Y bien, ¿son estos los elogios que busca Joan Ferran? ¿Es este el tripartito (PSC-PP-Ciutadans) por el que suspira? Está en su derecho, desde luego; pero sería útil saberlo.

Tampoco resulta ocioso recordar -aunque tanto el diputado Ferran como el presidente Montilla son personas bien informadas- que, apenas 12 días después del alarde televisivo de la Comandante Fosforito, el chavismo venezolano perdió el referéndum de su reforma constitucional.

Joan B. Culla i Clarà es historiador.

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