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Banca relacional

Si tuviera que contratar una nueva operación con una entidad financiera, ¿acudiría a su entidad tradicional o, por el contrario, contrataría la operación con otra? Según el estudio que ha publicado el Banco de España sobre el número de entidades de crédito con las que operan empresas e individuos, un elevado porcentaje acudiría a su banco o caja de ahorros habitual.

De hecho, aproximadamente el 85% de los individuos se endeuda con una única entidad bancaria. Ello es consecuencia del modelo de banca relacional predominante en España, en el que la entidad financiera muestra un interés esp...

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Si tuviera que contratar una nueva operación con una entidad financiera, ¿acudiría a su entidad tradicional o, por el contrario, contrataría la operación con otra? Según el estudio que ha publicado el Banco de España sobre el número de entidades de crédito con las que operan empresas e individuos, un elevado porcentaje acudiría a su banco o caja de ahorros habitual.

De hecho, aproximadamente el 85% de los individuos se endeuda con una única entidad bancaria. Ello es consecuencia del modelo de banca relacional predominante en España, en el que la entidad financiera muestra un interés especial por mantener un vínculo a largo plazo con el cliente.

La principal ventaja de este modelo es que la operación da pie a un mayor conocimiento del cliente por su entidad, lo que facilita los sucesivos contratos entre ellos, y a una relación de confianza mutua que influye positivamente en el acceso al crédito y en la mejora de las condiciones financieras, que podrían ser peores debido a la falta de información sobre el cliente.

En España, aproximadamente el 85% de los clientes se endeuda con una única entidad bancaria

No obstante, este modelo no está exento de inconvenientes. Uno de ellos radica en la posible presunción del cliente de que la entidad le facilitará financiación independientemente de si presenta dificultades en el pago o no. Otro inconveniente se deriva de la mayor dependencia de una entidad, lo que implica que ésta dispone de un mayor poder de negociación, que podría tener un impacto negativo sobre el cliente.

Si bien es cierto que lo anterior se solucionaría aumentando el número de entidades con las que se trabaja, no por eso resulta aconsejable contratar productos con muchas de ellas, pues ello produciría cierta pérdida de control de las actividades financieras al desviarse la atención a un amplio abanico de alternativas. Lo ideal sería mantener un equilibrio entre ambos extremos. Así, el cliente podría seguir beneficiándose de ese vínculo especial que tiene con su banco o caja tradicional, al tiempo que evita la concentración de su actividad en una sola entidad.

Lorena Suárez y F. J. Valero son profesores de la Escuela de Finanzas Aplicadas.

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