Reportaje:

"Que sepa que vamos con bayoneta"

Consell y PP se lanzan a la tarea de desgastar a la vicepresidenta del Gobierno

El presidente de la Generalitat, Francisco Camps, ha protagonizado en menos de una semana dos conflictos diplomáticos con la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega. El primero, el pasado día 17 a cuenta del encuentro del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, con la vicepresidenta en la delegación del Gobierno de Valencia. El segundo, anteayer, por sentirse menospreciado con la silla otorgada en la ceremonia papal celebrada en Roma para nombrar a tres nuevos cardenales españoles. Un conflicto que Camps quiso evidenciar no acudiendo a la cena organizad...

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El presidente de la Generalitat, Francisco Camps, ha protagonizado en menos de una semana dos conflictos diplomáticos con la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega. El primero, el pasado día 17 a cuenta del encuentro del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, con la vicepresidenta en la delegación del Gobierno de Valencia. El segundo, anteayer, por sentirse menospreciado con la silla otorgada en la ceremonia papal celebrada en Roma para nombrar a tres nuevos cardenales españoles. Un conflicto que Camps quiso evidenciar no acudiendo a la cena organizada para los cardenales por la Embajada española ante el Vaticano y presidida por Fernández de la Vega. Que un hombre de naturaleza afable y capaz de romper diariamente el protocolo para agasajar incluso a los viandantes que reclaman su atención haya puesto altavoces a las broncas protocolarias con De la Vega no es fruto de la casualidad.

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"Que sepa esta señora que aquí vamos a estar con la bayoneta en la boca y no le vamos a poner la alfombra roja", sentencia un alto cargo del Consell de la Generalitat.

Fernández de la Vega realizó su primer mitin con el rol de candidata socialista por Valencia en las próximas generales el pasado 4 de noviembre. Desde entonces, el PP no ha dejado pasar más de 48 horas sin darle estopa de la buena. "Su cúmulo de desprecios es tan grande que por mucho que amplíe sus visitas no conseguirá ocultarlo" (Ricardo Costa el día 3). "De la Vega no ha presentado en 12 años en el Congreso ninguna iniciativa referente a Valencia" (Esteban González Pons, día 4). "Es corresponsable de los agravios de Zapatero" (Rita Barberá, día 6). "Que deje de venir a hacerse la foto y a posar" (Costa, día 7). "Firmó la derogación del trasvase del Ebro" (Costa, día 10). "Fue ella quien dijo no al AVE" (Sagrario Sánchez, día 14). "Oculta actos institucionales como arma política" (David Serra, día 16). Y así hasta hoy.

Pero ¿qué explica esta virulencia del PP? La razones hay que buscarlas en los datos de que dispone el presidente de la Generalitat y la cúpula del PP sobre la imagen que tiene la vicepresidenta entre los electores y los sondeos demoscópicos que colocan a los populares en disposición de aumentar su ventaja en escaños por Valencia.

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Tras casi cuatro años ininterrumpidos de críticas a Zapatero por parte del Consell, la imagen del presidente del Gobierno se ha resentido entre los electores. Pero ese no es el caso de Fernández de la Vega que, con 5,1 puntos en el último sondeo del CIS de octubre, es la representante del Gobierno mejor valorada. De hecho, en la encuesta del Instituto Opina para EL PAÍS con motivo del pasado 9 d'Octubre, Fernandez de la Vega sólo era superada en conocimiento y valoración (5,43) por el propio Camps (5,90) y Rita Barberá (6,24). Y ello explica que buena parte del PP trate de convencer a la alcaldesa para que deje de lado sus reticencias y compita como cabeza de cartel del PP en las generales.

La otra razón en que se sustenta la dura campaña hacia la candidata socialista es el escenario electoral. Fuentes de Presidencia de la Generalitat reconocen que la presencia de Fernández de la Vega en Valencia ha frenado la sangría de los socialistas valencianos, dirigidos ahora por una gestora que sólo actúa de altavoz del Gobierno.

En el PP confiesan que han analizado distintos escenarios electorales a partir de los datos demoscópicos que manejan y que ya les otorgan un escaño más que en 2004. Es decir, si se votase ahora, el PP pasaría de 8 a 9 escaños en detrimento del PSOE que bajaría de 7 a 6. Pero los mismos análisis internos han permitido descubrir que si Esquerra Unida pierde su único escaño, éste no tiene que adjudicarse necesariamente al PSOE según el sistema de reparto electoral. Así, existe hoy por hoy, una remota posibilidad -que pasaría por que el PP mantenga el porcentaje de voto de las autonómicas (54%) y que el PSOE se quede a medio camino entre las autonómicas (33%) y las pasadas generales (43%)- que otorgaría 10 escaños a los populares y 6 a los socialistas. Y a esa misión imposible se dirigen en el Consell y el PP, que han activado todas sus terminales nerviosas para conocer al minuto la agenda de la candidata socialista.

Quizá por eso, Fernández de la Vega confiesa que en ningún otro lugar de España ha encontrado tanta animadversión institucional.

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