Cartas al director

Jueces

Es fácil comprender que la "creación" literaria otorga cierta licencia para la simplificación, aunque menos para el vulgar estereotipo. Pero no se renuncia sin coste a la asimilación del literato con esa clase emergente de comunicador que conocemos por tertuliano, en la que no es infrecuente ver desdibujada la frontera entre el "sabelotodo" y el prudente que sabe lo que dice y lo que es inadmisible, a fuer de torpe, decir.

Describir a los jueces como seres exclusivamente machos (menos mal que no machistas) de quien se predica que "no sabe nada de la vida" cuando empiezan, ...

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Es fácil comprender que la "creación" literaria otorga cierta licencia para la simplificación, aunque menos para el vulgar estereotipo. Pero no se renuncia sin coste a la asimilación del literato con esa clase emergente de comunicador que conocemos por tertuliano, en la que no es infrecuente ver desdibujada la frontera entre el "sabelotodo" y el prudente que sabe lo que dice y lo que es inadmisible, a fuer de torpe, decir.

Describir a los jueces como seres exclusivamente machos (menos mal que no machistas) de quien se predica que "no sabe nada de la vida" cuando empiezan, sin reserva alguna de eventuales ulteriores enriquecimientos culturales, que deciden según "vaya la tempestad", y en el que no cabe la excepción (excluida también para el progresista porque "ya está colocado"), se asemeja más al discurso de quien tiene un "primo informador" que al de quien conoce la disciplina de verificar antes de repetir la información que algún amigo le susurra, sea en su agonía o en su personal frustración por no colocarse.

Por eso resulta penoso el discurso de Manuel Vicent, con cuyas aportaciones nos enriquecemos tantos jueces, en su columna de ese diario del domingo 11 de noviembre. Por ello le invitamos a que, más allá de lo que pueda percibirse tras la ventana de una cafetería mirando a Recoletos, y de lo que sus privilegiados contertulios le informen descubra que hoy, a más de ser notoria mayoría las personas de sexo femenino entre las que acceden al Poder Judicial, los jueces experimentan una cierta transición desde su fase de opositor a la de ejercicio, incluso durante muchos años, de su profesión. La que les permite enriquecerse con la lectura de autores como el señor Vicent. E incluso valorarlas críticamente.

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Quizás sea menos usual dejarse enredar en ciertas contribuciones periodísticas como la de don Javier Marías -en su suplemento El País Semanal de la misma fecha- en la que califica a los jueces de "lentísimos, cuando no venales o corrompidos por su ideología y su servilismo a los partidos". No ya porque la "filosofía" a la que responde ese discurso no merece mayor atención, sino porque bastante tiempo ocupa atender a lo que aportan las neuronas, como para ocuparse con las aportaciones de las vísceras.

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