Tres días de octubre
He pasado varios días fuera de España sin haber tenido ocasión de leer la prensa ni ver los telediarios. Pero volví el pasado jueves y siento que he aterrizado en un país distinto, un lugar poco apropiado para cosechar el raciocinio. En tan sólo tres días, el principal partido de la oposición ha lanzado una ofensiva contra el cambio climático, y ha elegido hacerlo a la semana de que Al Gore fuera galardonado con el Premio Nobel de la Paz.
El Partido Popular, el partido que nos llevó a la infame guerra de Irak, parece que no aprendió la lección y vuelve a la carga, nada más y nada menos,...
He pasado varios días fuera de España sin haber tenido ocasión de leer la prensa ni ver los telediarios. Pero volví el pasado jueves y siento que he aterrizado en un país distinto, un lugar poco apropiado para cosechar el raciocinio. En tan sólo tres días, el principal partido de la oposición ha lanzado una ofensiva contra el cambio climático, y ha elegido hacerlo a la semana de que Al Gore fuera galardonado con el Premio Nobel de la Paz.
El Partido Popular, el partido que nos llevó a la infame guerra de Irak, parece que no aprendió la lección y vuelve a la carga, nada más y nada menos, que contra los premios de la concordia más prestigiosos del planeta. Pero parece que les supo a poco. El mismo día de mi llegada también pude ver que han decidido llevar al Tribunal Constitucional a la parálisis. El Tribunal encargado de velar por los derechos y libertades de todos podría dejar de darnos esa protección, y todo porque un partido político también le ha declarado la guerra a aquellas instituciones del Estado que no le dan la razón.
Dos días después, el sábado, el líder de este partido ha dicho en Valencia que son el mejor partido de Europa. Sin embargo, esta semana yo tuve la suerte de pasar varios días en Luxemburgo, donde de verdad se respira Europa, y puedo garantizarle al señor Rajoy que su partido tiene aún mucho que aprender si algún día quiere homologarse con sus colegas europeos.