Columna

Manipulaciones

Con motivo de la dimisión del gerente de la Fundación Jiménez Becerril, y coincidiendo con el homenaje que el PP de Andalucía ha rendido al PP del País vasco, el portavoz del grupo municipal popular en Sevilla se ha dejado caer interesando el nombramiento de un independiente para esta fundación. Hasta aquí no hay nada extraño. Una fundación, que quiere recordar para siempre a Alberto y a su mujer que fueron asesinados por ETA en 1998 y lo que representan sus asesinatos para todas las personas, es normal que se desee y se exija que sus cargos representativos no se identifiquen con los grupos po...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Con motivo de la dimisión del gerente de la Fundación Jiménez Becerril, y coincidiendo con el homenaje que el PP de Andalucía ha rendido al PP del País vasco, el portavoz del grupo municipal popular en Sevilla se ha dejado caer interesando el nombramiento de un independiente para esta fundación. Hasta aquí no hay nada extraño. Una fundación, que quiere recordar para siempre a Alberto y a su mujer que fueron asesinados por ETA en 1998 y lo que representan sus asesinatos para todas las personas, es normal que se desee y se exija que sus cargos representativos no se identifiquen con los grupos políticos. Sin embargo, y ésta ya es una cuestión a la que ya nos tiene acostumbrados este portavoz, en sus peticiones hay siempre un elemento añadido.

Y así, este verano, en un artículo que publicó en Abc ya se encargó de pedirle a la Virgen de los Reyes "que reine en nuestro corazones para que podamos solucionar los problemas que aún existen en Sevilla". Y no parece, dado que gobierna Monteseirín, que la virgen le haya hecho mucho caso, lo que no le impide seguir en su línea de acudir a lo que sea menester. Y ahora, por lo escuchado y leído, le ha tocado a la fundación y su razón, y no me llamo a engaños, no es la independencia en sí, sino el hecho de conseguir separar la fundación de lo que representa y que pase a identificarse, como una bandera más, con su grupo político. Y lo entiendo así no ya por el hecho de que quien es capaz de pedir a la patrona de Sevilla que tome partido por los suyos y sus intereses políticos, y no los de todos los ciudadanos de Sevilla, porque quien siendo creyente, como manifiesta, pide que se le deje gobernar en la tierra, cuando es regla evangélica el de no mezclar lo terrenal con lo divino, es también capaz con sus palabras de manipular los sentimientos de los demás y, de esta forma, satisfacer sus propios intereses y los algunas personas de su grupo.

No se puede, desde cualquier óptica decente que se quiera analizar, diferenciar -como ha hecho este portavoz- entre socialistas buenos -el gerente dimisionario- y socialistas malos. La bondad o la maldad no se predica de determinadas ideas o pensamientos y quien así lo afirme o es un ignorante o es tonto.

En fin que la fundación, y esto es lo verdaderamente importante, debería continuar su camino por la senda y con el objetivo que marco su nacimiento, sin distorsiones que la enturbien o confundan. Y en estos menesteres esta el PP. Sus últimas palabras son un intento más en este sentido. Un objetivo que ya se mostraba con motivo del enfrentamiento de algunos representantes de la fundación a la política del Gobierno en materia antiterrorista, intentando que la fundación fuera un calco de la posición del grupo popular en materia antiterrorista. También con el intento de identificación a los posicionamientos cínicos y surrealistas de Francisco Alcaraz, presidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo. Una posición la de este presidente, como también las de algunos de sus seguidores, que hemos visto en más de una manifestación, con ofensas e insultos constantes hacia el Gobierno y las ideas que representan, como también extendiendo posturas antidemocráticas y de infamia hacia las instituciones, como se ha comprobado en sus manifestaciones sobre el 11-M.

La Fundación Jiménez Becerril debe seguir siendo algo distinto. La fundación nació en respuesta a unos asesinatos. No nació para bailarle el agua al PP. Podrá lograrse, y es posible que se consiga, una mayor identificación con el grupo popular y que tenga determinadas consecuencias electorales. Sin embargo si la fundación se posiciona con un determinado grupo no por ello dejara de ser fundación ni dejaremos de sentir la muerte de Alberto y Ascensión, pero la fundación pasaría a ser un instrumento más y a estar en manos de quienes son capaces de valerse unas veces de la patrona -que no se ha dejado- y otras de los sentimientos -caso del terrorismo- para lograr un gobierno que sin éstas, y otras manipulaciones, no creen que vayan a alcanzar.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Archivado En