MIRADOR

Problemas con la línea

El 016 es un número de teléfono gratuito que el Gobierno puso en marcha el pasado 3 de septiembre a disposición de víctimas de malos tratos. La medida es acertada, pero al parecer no resulta sencillo acceder a alguno de los expertos que se encuentran al otra lado de la línea. El número se encuentra prácticamente colapsado y no son pocos los denunciantes que se topan con una voz grabada: "En estos momentos todos nuestros agentes están ocupados; por favor permanezca a la espera". En ocasiones, ni siquiera tienen la oportunidad de dejar el mensaje en el buzón porque se corta la comunicación. ...

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El 016 es un número de teléfono gratuito que el Gobierno puso en marcha el pasado 3 de septiembre a disposición de víctimas de malos tratos. La medida es acertada, pero al parecer no resulta sencillo acceder a alguno de los expertos que se encuentran al otra lado de la línea. El número se encuentra prácticamente colapsado y no son pocos los denunciantes que se topan con una voz grabada: "En estos momentos todos nuestros agentes están ocupados; por favor permanezca a la espera". En ocasiones, ni siquiera tienen la oportunidad de dejar el mensaje en el buzón porque se corta la comunicación. "Si el servicio necesita refuerzo, se reforzará", ha sentenciado la delegada especial del Gobierno contra la Violencia de la Mujer, Encarnación Orozco.

Pues bien, todo indica que sí es necesario que se incremente la dotación de plantilla, que a día de hoy apenas supera una quincena de personas. Establecer una línea gratuita para atender a quienes son víctimas de este grave problema exige antes de ponerla en marcha dotarse de los recursos humanos y materiales necesarios ante el alto nivel de expectativa que lógicamente despierta entre los eventuales denunciantes. Todo lo demás entra en la categoría de la improvisación y la chapuza. Y este mal funcionamiento induce a pensar que ha habido mucho de ello.

Quien recurre a este servicio se halla lógicamente en una situación de gran desesperación, que puede incrementarse todavía más si se encuentra con una voz metálica que le anuncia mecánicamente que las líneas están saturadas. En tales circunstancias, ya de por sí difíciles, el denunciante se ve objeto de la impotencia y de hasta una tomadura de pelo por quienes han establecido el sistema.

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