Reportaje:

The Police desembarca en Barcelona

Andy Summers, el guitarrista del grupo, deja la puerta abierta al lanzamiento de un nuevo álbum

Andy Summers, guitarrista de los resucitados The Police, pidió tiempo para echarse una siesta sólo poner ayer los pies en Barcelona, donde esta noche la banda que reinventó el sonido del rock a finales de los setenta y principios de los ochenta surfeando sobre el punk con aliños de reggae jamaicano, ska y jazz, ofrecerá su único concierto en España, en el estadio Olímpico de Montjuïc. Será su cuarto desembarco en Barcelona, donde arrasó en abril de 1980, en agosto del mismo año y en octubre de 1983.

Summers, a punto de cumplir los 65, obvió sin remilgos sus compromisos par...

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Andy Summers, guitarrista de los resucitados The Police, pidió tiempo para echarse una siesta sólo poner ayer los pies en Barcelona, donde esta noche la banda que reinventó el sonido del rock a finales de los setenta y principios de los ochenta surfeando sobre el punk con aliños de reggae jamaicano, ska y jazz, ofrecerá su único concierto en España, en el estadio Olímpico de Montjuïc. Será su cuarto desembarco en Barcelona, donde arrasó en abril de 1980, en agosto del mismo año y en octubre de 1983.

Summers, talentoso fotógrafo, expone sus instantáneas sobre los viejos tiempos de la banda
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Summers, a punto de cumplir los 65, obvió sin remilgos sus compromisos particulares con la prensa y su corta figura apareció un par de horas más tarde de lo previsto, con gesto hastiado, pantalón blanco y chaqueta oscura, y una advertencia: "¿Sólo interesa la gira de The Police? Yo he venido a hablar de mi libro".

Su libro, I'll be watching you. Inside The Police 1980-1983, es una especie de diario ilustrado que incluye 600 de las 25.000 fotografías de su archivo personal sobre la gira que el grupo fundado en 1977 por Stewart Copeland, hijo de un ex agente de la CIA trompetista aficionado, y liderado por el carismático Sting, hasta entonces profesor y con los bíceps menos desarrollados que ahora, realizó en esos tres años por distintos países del mundo.

La breve exposición de 25 instantáneas, todas ellas en blanco y negro, que se exhiben desde hoy y hasta el próximo 20 de octubre en la FNAC L'Illa de Barcelona, rezuma nostalgia: miradas anonadadas de los fans en Chile, EE UU o Japón; escenas de camerino; ensayos; juergas.

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Es la misma nostalgia que ha levantado por todo el mundo la reunión de los tres integrantes de The Police desde aquel último concierto en Melbourne, hace 23 años, donde el momento más álgido de la carrera del grupo quedó congelado hasta el acercamiento progresivo, personal, entre Copeland, Summers y Sting de los últimos dos años. Fue Sting, quien ha desarrollado una carrera en solitario razonablemente exitosa reorientada hacia el pop y acariciada por variopintas músicas del mundo, quien descolgó el teléfono y propuso volver a subir a The Police a escena. "El tiempo. El paso del tiempo. Eso es seguramente lo que ha permitido que ahora hayamos podido hacer esta gira juntos", dice Summers.

Tras cuatro meses encerrados ensayando en Il Palagio - la villa-búnker de Sting en la Toscana, en la que el cantante yogui logró que sus compañeros empezaran el día con sesiones de yoga y Pilates a las ocho de la mañana-, el pistoletazo de salida de la gira de Vancouver, en mayo pasado, resultó apoteósico para los fans. No lo sintieron así los músicos, sobre todo Copeland, muy autocrítico en su blog personal. Pero el rodaje de estos meses se nota.

"Somos mejores músicos hoy. Y sí, también creo que somos una banda mejor", afirma Summers con aplomo, ya más relajado. Es el policía de los tres con aparente mayor flema, pero su guitarra sofisticada y elegante, de sonido limpio y ejecución nítida, ayuda a hacer reconocible de inmediato la atmósfera sonora única de la banda. Summers arrastra 12 álbumes desde la disolución de The Police; uno de ellos, un auténtico homenaje a Thelonius Monk. En ese momento, Summers sólo quiso alejarse del rock para zambullirse, sobre todo, en el jazz.

Se sabe que hoy, por su propia evolución y enriquecimiento, lo que le "da más lenguaje que aportar a la música", Summers hubiera querido añadir temas nuevos a la gira. "Nos dijeron que no lo hiciéramos. Después de tantos años, la gente, al fin y al cabo, lo que viene a escuchar es Roxanne, ¿no?", reflexiona el guitarrista. Sí abundan la improvisación y los nuevos arreglos en los viejos hits, una veintena que caben en un concierto de cerca de dos horas en la que los fans pata negra echarán en falta joyas como Bring on the night.

Pero no todo está perdido. Los músicos han estado trabajando en nuevo material. ¿Habrá nuevo álbum, el sexto? "Quizá un poco más tarde, cuando acabemos la gira. La puerta estaba cerrada. Esta gira ha abierto la puerta, un poco". Summers, de repente, sonríe.

Sting fotografiado en Australia en 1980, una de las instantáneas que Andy Summers exhibe en Barcelona.

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