Crítica:

Bruce Willis como espectáculo

Hace ya casi 20 años que se estrenó La jungla de cristal (1988), de John McTiernan, la película que abrió la saga que ahora llega a su cuarta entrega, y quizás resulte un tanto raro recordar que, por aquel entonces, Bruce Willis era, esencialmente, un actor de comedia. Willis fue la última opción para interpretar a John McLane tras la negativa de una larga serie de candidatos, pero acabó convirtiéndose en una de las más afortunadas modulaciones del action hero de los ochenta: frente a las hipérboles de tebeo encarnadas por Arnold Schwarzenegger y Sylvester Stallone, Willis incorp...

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Hace ya casi 20 años que se estrenó La jungla de cristal (1988), de John McTiernan, la película que abrió la saga que ahora llega a su cuarta entrega, y quizás resulte un tanto raro recordar que, por aquel entonces, Bruce Willis era, esencialmente, un actor de comedia. Willis fue la última opción para interpretar a John McLane tras la negativa de una larga serie de candidatos, pero acabó convirtiéndose en una de las más afortunadas modulaciones del action hero de los ochenta: frente a las hipérboles de tebeo encarnadas por Arnold Schwarzenegger y Sylvester Stallone, Willis incorporaba al arquetipo una interesante carga de cinismo, distancia irónica y épica de perdedor. En su origen, John McLane es el hombre común lanzado al centro mismo del Apocalipsis. Un tipo sin atributos que no tiene otro remedio para sobrevivir que convertirse en action hero a su pesar. La jungla de cristal también demostró que Willis no era tanto un actor como una estrella: en las sucesivas entregas de la serie, el espectáculo no es la aventura, sino él mismo, su capacidad para atravesar el infierno con el carisma intacto, aunque con las cicatrices y la camiseta sudada como insignias del valor.

LA JUNGLA 4.0

Dirección: Len Wiseman. Intérpretes: Bruce Willis, Justin Long, Maggie Q, Mary Elizabeth Winstead, Kevin Smith. Género: Acción. Duración: 130 minutos.

La gran idea de La jungla 4.0 es el pulso entre un gastado concepto de action hero forjado en la pura fisicidad y una suerte de apocalipsis virtual: el choque, en definitiva, entre la mala bestia analógica y las asépticas formas digitales del mal. Como en la mucho más tronada Rocky Balboa (2006), la jubilación (o la numantina resistencia a ella) es el mensaje, aunque, a diferencia de su socio de franquicia fast food, Willis (o McLane) se pone aquí en manos de un cineasta que es puro signo de los tiempos: Len Wiseman, director de Underworld (2003), su secuela y su anunciada precuela, un modelo de cineasta que se crió, probablemente, viendo películas de acción en los ochenta para acabar practicando una suerte de cine-videojuego que parece tener estilo y no lo tiene. Como en un perfecto correlato de lo que cuenta La jungla 4.0, Bruce Willis arrebata la película al techno-kid que se sienta en la silla de director. La jungla 4.0 es el recital de una estrella: John McLane como espectáculo o Willis disfrutando a muerte de un traje que quizás no pueda volver a ponerse.

La jungla 4.0 es un encadenado de hipérboles que no parece usar frases subordinadas, un disco de grandes éxitos sin pausas entre tema y tema y, al mismo tiempo, un remix que introduce sus afortunadas interferencias de contemporaneidad en el esquema de la buddy movie -a través del atribulado hacker que se convierte en colega a la fuerza de McLane-, en la definición de la amenaza y en una relevante escena que convierte al cineasta Kevin Smith en icónica voz de referencia generacional. Wiseman puede presumir de haber filmado una extraordinaria película de acción en la que presente y pasado dialogan con vehemencia.

Bruce Willis, en una escena La jungla 4.0.
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