Reportaje:

"¿Actuar y dirigir? Malabarismo"

Ricardo Darín rueda 'La señal', su primera película detrás de las cámaras

Noche, misterio, una pareja de detectives, la guapa protagonista de un caso policial, estafas, intriga... La historia transcurre en los años cincuenta. Pero no estamos en una novela de Raymond Chandler, ni en los Estados Unidos vigilados por el FBI de J. Edgar Hoower. Dos mediocres investigadores privados sobreviven en un Buenos Aires marcado por el peronismo. Evita Perón está a punto de morir. Es entonces cuando Ricardo Darín, acompañado en el plató por Diego Peretti, se ve envuelto en el caso que le cambia la vida.

Así empieza La señal, la película que de verdad le ha cambiado ...

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Noche, misterio, una pareja de detectives, la guapa protagonista de un caso policial, estafas, intriga... La historia transcurre en los años cincuenta. Pero no estamos en una novela de Raymond Chandler, ni en los Estados Unidos vigilados por el FBI de J. Edgar Hoower. Dos mediocres investigadores privados sobreviven en un Buenos Aires marcado por el peronismo. Evita Perón está a punto de morir. Es entonces cuando Ricardo Darín, acompañado en el plató por Diego Peretti, se ve envuelto en el caso que le cambia la vida.

Así empieza La señal, la película que de verdad le ha cambiado la vida al actor argentino, al menos en su rutina profesional. Y es que Darín se pone por primera vez detrás de las cámaras para rodar (junto a Martín Hodara) y, además, dirigirse a sí mismo. "Fue rarísimo", comentaba ayer durante un encuentro con algunos medios en un chalé de las afueras de Madrid, donde se encerró para terminar de mezclar el sonido del filme, coproducción hispano-argentina que se estrenará en España en otoño. Sobre todo porque el proyecto inicial era del cineasta Eduardo Mignogna, fallecido el año pasado, quien quería llevar a la gran pantalla su novela homónima. "De no haber sido así, yo nunca habría sido elegido para actuar y dirigir al mismo tiempo una película. Interpretar un papel de protagonista y estar detrás de la cámara te lleva a hacer malabarismos y no es lo más recomendable, es demasiado pretencioso", explica el debutante. "Además, la dirección no estaba en mis planes, era más bien una fantasía que había surgido de vez en cuando después de una propuesta".

"Quería contar una historia de ficción anclada en una época real, el peronismo, que a veces parecía ficción"

Sin embargo, las circunstancias cambiaron. "El proyecto, empezado hace más de un año con Mignogna me llevó, después de su desaparición, a intentar llevarlo hasta el final... Por haber estado con él desde el principio, haber intercambiado ideas, discutido y bromeado con respecto a la historia... Ha sido un rodaje marcado por una emoción difícil de esperar". Un relato que poco tiene que ver con las anteriores películas interpretadas por Darín. No es un drama al estilo de El hijo de la novia, pero tampoco el entretenido enredo de Nueve reinas. Pibe Corvalán y Arthur Santana son "dos amigos, detectives de poca monta que, para colmo, navegan en la antinomia de que uno es peronista y el otro, mi personaje, antiperonista". El texto de la novela se centra sobre todo en su relación, sin embargo, la película "profundiza ese caso policial en el que se ven implicados". "Tuve la sensación de que había que hacer esa modificación. Contar una historia de ficción anclada en una época real, que por momentos parece de ficción", comenta. "Hoy hablamos de dos amigos de signo político contrario y suena divertido, pero en los cincuenta no era nada fácil ser antiperonista", apunta Darín, que califica de "fantástica" la experiencia de dirigir a otros actores. "Ya como actor veo los vicios de los intérpretes. Pero esta vez me he fijado más en los de los técnicos", bromea. "En todo caso, cuando de verdad se ven las cosas más claras es durante el proceso de edición y de montaje. Allí estás obligado a ver tantas veces una misma toma que te fijas en el principio del movimiento de un músculo en una cara... A lo demás ya estaba más acostumbrado"

¿Quieres jugar una de 11? Ricardo se acerca a la mesa de pimpón con una sonrisa desafiante. Ahora espera terminar de mezclar el sonido de La señal para descansar. "Lo que ves es una carcasa; yo sigo con mi contractura cervical... Ante todo, quiero, acabar la película. Me gustaría volver a dirigir. Me encantaría intentar otra vez una experiencia de dirección. Es apasionante, aunque no con un papel de protagonista. Además, me gustaría sentarme en algún momento y poder tomarme un zumo de naranja", confiesa. O jugar una partida de pimpón. "La mesa está mal puesta. Quedas demasiado cerca de la puerta... Ahora sí, a ver si acertamos más...". "Me faltan pocos días, sólo unos días de decisiones", añade. ¿Y después? "Detenerme un rato".

Ricardo Darín, ayer en Boadilla del Monte (Madrid).CRISTÓBAL MANUEL
Ricardo Darín juega al pimpón en Boadilla del Monte.CRISTÓBAL MANUEL

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