'Summer', un diálogo entre pintura y arquitectura

A Julian Schnabel le atraen los lugares "extraordinarios" para instalar y completar el significado de sus cuadros. Uno de esos sitios lo ha encontrado en la antigua Tabacalera de San Sebastián. "Es uno de los mejores espacios del mundo para mostrar arte contemporáneo", afirma.

Llamada a convertirse en Centro Internacional de Cultura Contemporánea, la vieja factoría luce desde hoy y hasta el próximo 21 de octubre Summer, una exposición que repasa la trayectoria del artista neoyorquino desde los años ochenta hasta la actualidad.

La muestra está compuesta por 70 pinturas y es...

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A Julian Schnabel le atraen los lugares "extraordinarios" para instalar y completar el significado de sus cuadros. Uno de esos sitios lo ha encontrado en la antigua Tabacalera de San Sebastián. "Es uno de los mejores espacios del mundo para mostrar arte contemporáneo", afirma.

Llamada a convertirse en Centro Internacional de Cultura Contemporánea, la vieja factoría luce desde hoy y hasta el próximo 21 de octubre Summer, una exposición que repasa la trayectoria del artista neoyorquino desde los años ochenta hasta la actualidad.

La muestra está compuesta por 70 pinturas y esculturas de gran formato, que conforman la exposición "más grande" que ha montado Schnabel en su vida. Y al igual que ya hizo hace dos décadas en el Cuartel del Carmen de Sevilla o este mismo año en el Palazzo Venezia de Roma, ha dispuesto las piezas en diálogo con el edificio.

El visitante podrá realizar así un doble recorrido. Conocerá las distintas estancias de la planta baja de la antigua Tabacalera, al mismo tiempo que se acerca a la obra de un artista polifacético al que le encanta investigar con los lenguajes, los materiales, los formatos... Aunque siempre desde su visión de pintor. "Me considero un pintor incluso cuando esculpo", asegura.

Summer propone un itinerario que arranca con un retrato "al estilo Zuloaga" de las dos hijas del pintor. Y concluye con un cuadro que es una declaración de amor a su mujer, la donostiarra Olatz López Garmendia, cuando apenas se conocían. Porque a Schnabel le gusta volcar en sus obras sus "paisajes interiores". Igual que le encanta reutilizar materiales, de manera que lo mismo emplea como lienzo una lona del ejército que unos viejos mapas.

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