Crítica:

Ferrell sobre hielo

Algún día no muy lejano, un espectador mirará hacia atrás y, al contemplar el grueso de la filmografía del actor Will Ferrell, caerá en la cuenta de que, por debajo de la acumulación de títulos de aparente derribo, existe un discurso, una estética y toda una poética de la comedia. En cierto sentido, Ferrell es tan Autor (con mayúsculas) como lo fue en su momento Peter Sellers. Patinazo a la gloria, dirigida por los debutantes Will Speck y Josh Gordon, no pretende ser nada más (ni nada menos) que lo que es (y eso no es que ya sea suficiente: es mucho): una buena comedia de Will Ferrell, ...

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Algún día no muy lejano, un espectador mirará hacia atrás y, al contemplar el grueso de la filmografía del actor Will Ferrell, caerá en la cuenta de que, por debajo de la acumulación de títulos de aparente derribo, existe un discurso, una estética y toda una poética de la comedia. En cierto sentido, Ferrell es tan Autor (con mayúsculas) como lo fue en su momento Peter Sellers. Patinazo a la gloria, dirigida por los debutantes Will Speck y Josh Gordon, no pretende ser nada más (ni nada menos) que lo que es (y eso no es que ya sea suficiente: es mucho): una buena comedia de Will Ferrell, aquí secundado por el desgarbado John Heder (Napoleón Dynamite, 2004).

Juego bufo alrededor de una disciplina deportiva contemplada como fenómeno pop -el patinaje artístico-, la película sigue la estructura de libro de la consabida épica de gradería: su gastado armazón, hecho de catastróficas caídas profesionales y redenciones al límite de lo imposible, no es más que una pista de hielo sobre la que Ferrell y Heder bordan un buen número de poderosos momentos cómicos, mediante el reiterado recurso a la coreografía extravagante y al vestuario imprudente.

PATINAZO A LA GLORIA

Dirección: Will Speck y Josh Gordon. Intérpretes: Will Ferrell, John Heder, Will Arnett, Craig T. Nelson. Género: comedia. Estados Unidos, 2007. Duración: 93 minutos.

La película de Speck y Gordon, cineastas formados en el ámbito de la publicidad, se camufla de autocombustible producto de multisalas, pero algunos de sus momentos están llamados a perdurar: los números individuales de Ferrell y Heder al principio de la película, su catártica danza final en pareja a los sones del Flash Gordon de Queen y, muy especialmente, una persecución sobre patines (con sucesivas rupturas de ritmo) en la que brilla el portentoso talento cómico (y la psicótica mirada) del secundario Will Arnett.

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