Reportaje:

Arma de disuasión

Después de 91 años utilizando un fondo de solidaridad, ELA confiere a la Caja de Resistencia la máxima actualidad

Del Socorro de Paro Forzoso a la Caja de Resistencia han pasado 91 años de los casi cien que ELA cumplirá en 2011. Casi un siglo en los que de una u otra manera el sindicato que nació en 1911 -menos en la época de la clandestinidad tras la Guerra Civil-ha dispuesto de un fondo de solidaridad para sus afiliados. En 1916 la asamblea de delegados de las agrupaciones federadas de Vizcaya aprobó poner en marcha el Socorro de Paro y curiosamente las primeras huelgas tras su constitución fueron en Altos Hornos y en los talleres del diario nacionalista Euzkadi.

Nadie podía pensar entonce...

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Del Socorro de Paro Forzoso a la Caja de Resistencia han pasado 91 años de los casi cien que ELA cumplirá en 2011. Casi un siglo en los que de una u otra manera el sindicato que nació en 1911 -menos en la época de la clandestinidad tras la Guerra Civil-ha dispuesto de un fondo de solidaridad para sus afiliados. En 1916 la asamblea de delegados de las agrupaciones federadas de Vizcaya aprobó poner en marcha el Socorro de Paro y curiosamente las primeras huelgas tras su constitución fueron en Altos Hornos y en los talleres del diario nacionalista Euzkadi.

"En ese contexto de alta precariedad y de subcontratación no va a haber paz social"

Nadie podía pensar entonces que un siglo después esa caja iba a aguantar la huelga más larga de la historia sindical de Euskadi, en la que 117 trabajadores pararon durante 24 meses y siete días, sin desestabilizar el fondo de solidaridad. Posiblemente el coste de la huelga de la multinacional alemana Pferd Ruggeberg, más conocida como Caballito, fue superior a 2,6 millones de euros, (485 millones de las antiguas pesetas). "En este mundo sólo se respeta a quien tiene fuerza" dice Adolfo Muñoz, el número dos de José Elorrieta y posiblemente sucesor en la secretaría general al frente del sindicato mayoritario ELA. Para Txiki, como llaman a Muñoz, en este momento en el que la patronal, después de 12 años de beneficios potencia la precariedad y no hay subidas salariales "las huelgas son como una escoba, limpian la suciedad, son higiénicas". En ese contexto asegura que la caja de resistencia, a pesar de su edad "es más actual que nunca".

Arma de disuasión

El III Congreso de ELA-STV se celebró en Euba en 1976, después de la fallida huelga de 100 días de Michelin en Vitoria y los sucesos del 3 de marzo, que se saldaron con el asesinato de cinco trabajadores por parte de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Bajo la presidencia de Manu Robles Aranguiz, la Caja de Resistencia ocupó un papel central en aquel cónclave que se celebró todavía en la clandestinidad porque hasta abril de 1977 el sindicato no fue legalizado.

El primero de enero de 1978 la caja entró en funcionamiento con una filosofía que iba a permanecer ya hasta la actualidad: convertirse en una realidad potente y bien organizada que no debía de confundirse con bolsas de ayuda en situaciones de huelga. El problema es que para eso ELA se iba a convertir en el sindicato más caro para los trabajadores.

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Si en aquellos años CC OO cobraba a sus afiliados 50 pesetas, ELA situó sus cuotas entre 200 y 400 pesetas, en función del salario del afiliado.

El informe económico que presentó ELA del periodo 2000-2003 reveló que sus ingresos alcanzaron los 58 millones de euros, de los que el 78,5% provino de las cuotas de los afiliados. De esa cantidad el sindicato nacionalista destinó un total de 9,7 millones de euros a su caja de resistencia, 16,7% de los gastos de la central.

Son números que dan una idea de la potencia del "arma de disuasión". Sin embargo se trata de un arma que el sindicato protege y no usa de manera profusa hasta la década de los noventa.

Cuando en 1988 Elorrieta sucedió a Alfonso Etxebarria al frente de la secretaría general, el sindicato puso la primera piedra de lo que representa hoy. En 1980 ya era la primera fuerza sindical de Euskadi con el 25%. En 20 años ha saltado a cerca del 42% a base de idelogizar la organización hacia el soberanismo, y utilizar una caja de resistencia que ya en 1996 llegaba a las 150.000 pesetas en caso de huelga.

Sin embargo a pesar de la reindustrialización y las huelgas que sobrevinieron, para Muñoz, la actual situación "no se había visto desde la muerte de Franco". La patronal está planteando posiciones involutivas, y además hay una alianza entre el poder empresarial y político para no hablar de esto. Todo sucede, además, cuando los salarios pierden posiciones a pesar de que los beneficios crecen. Es una foto obscena", asegura.

Desde enero de este año la caja se ha reforzado. El consejo nacional de la central fijó en 708 euros mensuales la ayuda básica, en 814 euros cuando el 35% de los convocados a una huelga estén afiliados a ELA, y una indemnización extraordinaria del 65% del salario neto con un tope de 1.417,56 euros.

"En ese contexto de alta precariedad y de subcontratación no va a haber paz social", advierte Muñoz, quien subraya el importante papel de la caja de resistencia como instrumento para organizar y planificar la negociación colectiva.

El uso de la caja fue, sin embargo, uno de los elementos centrales de la ruptura de la unidad de acción entre ELA y LAB, dos sindicatos a los que la praxis sindical rompió su afinidad ideológica. Un debate que, sin embargo, ELA siempre ha resuelto reforzando los mecanismos que hacen fuerte su posición, la elevada afiliación y apostando por la caja, que definen como un "instrumento solidario de confrontación" contra la patronal, publica o privada.

Concentración de trabajadores de Caballito ante Ajuria Enea en 2004.PRADIP J. PHANSE

Instrumento sindical ante una patronal "crecida"

El sindicato de Elorrieta ha pedido a sus afiliados que no se acomplejen ante las críticas vertidas por el resto de fuerzas sindicales. La tesorera confederal, Amaia Muñoa, dijo tras las primeras divergencias con LAB, el sindicato que estaba siendo canibalizado por ELA al seguir su estela en conflictos largos, que "cuando otras organizaciones sindicales plantan la caja de resistencia como un problema en los conflictos conjuntos, no se nos ocurra acomplejarnos. El problema no es que ELA tenga caja, el problema es que los demás no la tienen".

Para Adolfo Muñoz no hay ninguna duda: "En este contexto hay que tener muy claros los medios disponibles para hacer frente a una patronal tan crecida. Yo animo al resto de los sindicatos a que pongan en marcha sus cajas".

El noveno congreso de UGT-Euskadi fue el que en septiembre de 2005 dio el pistoletazo de salida para la caja de resistencia de este sindicato. Damaso Casado, su secretario general, informó a los delegados de que el comité nacional debía de poner en marcha ese instrumento "como un servicio más a los afiliados".

UGT fue el último de los sindicatos vascos en sumarse a la caja como instrumento, pero con un concepto diferente al que sigue ELA. CC OO y LAB anunciaron a mediados de 2004 que iban a crear comisiones en el seno de cada fuerza sindical para poner en marcha sus cajas.

Si ELA financia la caja con el 25% de la cuota de los afiliados, Comisiones Obreras comenzó dotando su fondo con el 85% de las cuotas de los seis primeros meses de los nuevos afiliados, junto a subvenciones oficiales y aportaciones voluntarias. "Pero no será un elemento para luchar contra el resto de sindicatos", declaró el secretario general de CC OO, Josu Onaindi, en marzo. Mientras tanto USO, paga a sus afiliados en situación de huelga entre el 75% y el 100% del salario mínimo. El secretario general de LAB, Rafa Díez Usabiaga, criticó tras romper la unidad de acción con ELA que la caja de LAB "no será un modelo que se utilice como instrumento de afiliación o que permita que trabajadores en huelga puedan ganar muchísimo más que miles y miles que están trabajando".

La indemnización ordinaria de ELA es de 708,78 euros, un 15% más si la afiliación en la empresa supera el 35%.

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