Reportaje:

Landis pierde la credibilidad

La vista del positivo del ganador del Tour 2006 se cerró ayer y el veredicto se producirá en julio

Si todo el mundo está de acuerdo en que el Tour de Francia es la carrera que determina el funcionamiento del ciclismo mundial, muy pocos están en desacuerdo con considerar a su director, Christian Prudhomme, como el gran dictador del deporte de las dos ruedas. La única ley que rige sus decisiones es la que marcan las necesidades del Tour, y a ella se tienen que someter todos.

Por ejemplo, al Tour no le apetece que Alejandro Valverde, el número uno español, participe en la edición que sale de Londres el 7 de julio por su supuesta implicación en la Operación Puerto, y a Prudhomme no le im...

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Si todo el mundo está de acuerdo en que el Tour de Francia es la carrera que determina el funcionamiento del ciclismo mundial, muy pocos están en desacuerdo con considerar a su director, Christian Prudhomme, como el gran dictador del deporte de las dos ruedas. La única ley que rige sus decisiones es la que marcan las necesidades del Tour, y a ella se tienen que someter todos.

Por ejemplo, al Tour no le apetece que Alejandro Valverde, el número uno español, participe en la edición que sale de Londres el 7 de julio por su supuesta implicación en la Operación Puerto, y a Prudhomme no le importa pasar por encima de informes de la Guardia Civil, de decisiones y listas de la Unión Ciclista Internacional (UCI), de evidencias conocidas, para acercarse en visita privada al patrocinador francés del murciano -Caisse d'Épargne- y le pida que intervenga en su propio interés, como hizo ayer en París.

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Por ejemplo, al Tour no le interesa que en su palmarés y en su libro oficial figure el nombre de Floyd Landis como ganador de la edición de 2006 y, aunque aún no ha sido establecido oficialmente que el norteamericano se dopó, su nombre no figurará en ninguna publicación. Al lado de 2006, un hueco en blanco. Ni siquiera en letras pequeñas, o acompañado de un asterisco que remita a una nota a pie de página, el nombre de Óscar Pereiro, el segundo clasificado y, según las normas de la UCI, ganador en lugar de Landis si éste es suspendido. Aunque le haya ofrecido al gallego del Caisse d'Épargne el dorsal número uno para 2007, el Tour prefiere el valor simbólico de la línea en blanco para señalar el año más negro.

Aunque estaba previsto que la vista del caso Landis terminara anoche en California -madrugada de hoy en Europa-, el veredicto, según juristas conocedores de los usos de la asociación de árbitros de Estados Unidos, no se producirá hasta dentro de varias semanas, hasta mediados de julio, más o menos, coincidiendo con el Tour. Y aun así no será una decisión definitiva pues tanto la agencia antidopaje de EE UU (USADA), la acusación, como Landis, tienen derecho a recurrirla, si no les satisface, ante el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS), en Lausana.

En la audiencia, que comenzó el lunes 14, Landis no ha ahorrado recursos para hacer comparecer como testigos a reputados especialistas de medio mundo, surafricanos e irlandeses también habituales, por otra parte, en todas las vistas de dopaje como azote y látigo de los métodos, medios y forma de trabajar de los laboratorios acreditados por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA). Es lo que su campo jurídico llama la batalla científica.

Pero a su lado se desarrolló otra batalla más importante aún, la batalla de la credibilidad: todas las afirmaciones y declaraciones de inocencia de Landis, que acudió cotidianamente, salvo un día, con una corbata amarilla como el maillot que vistió en París, tendrán éxito si nadie duda que él es una persona sin tacha. Sin embargo, el incidente con LeMond -la denuncia del ex ganador de tres Tours de que sufrió un intento de chantaje desde el entorno de Landis- hizo tambalearse esta noción la semana pasada y acabó por hundirla casi definitivamente el lunes. El abogado de la USADA que interrogaba a Landis no perdió la oportunidad de introducir el dedo en la herida. Después de recordarle a Landis que, como decía su mamá, hablan más de la personalidad de la gente sus hechos que sus palabras, le interrogó a fondo. Logró que Landis reconociera que estaba al tanto de la llamada intimidatoria de su amigo Bill Geoghegan y logró llevarle hasta la contradicción: "Si sabía del error de su amigo la víspera de la declaración de LeMond, ¿por qué no se lo dijo inmediatamente a sus abogados?, ¿por qué no le despidió inmediatamente, en vez de esperar a ver qué decía LeMond en el estrado?"

Landis, en un momento de la vista.REUTERS

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