Tribuna:EL DEFENSOR DEL LECTOR

Los lectores quieren más

La sección de Cartas al Director tiene una amplia tradición en la prensa escrita. Es la tribuna de los lectores, un pequeño parlamento de papel en el que los lectores pueden hacer realidad por un día la libertad de imprenta. Por cierto, suele irritar a algunos lectores que colaboradores habituales del diario, o políticos de renombre, utilicen ese espacio para sus polémicas. Consideran que ese espacio es pequeño, y grande el número de cartas de los lectores, y son muchos los que escriben y se sienten defraudados al no ver publicadas sus cartas. Son conscientes de que es una sección muy leída, p...

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La sección de Cartas al Director tiene una amplia tradición en la prensa escrita. Es la tribuna de los lectores, un pequeño parlamento de papel en el que los lectores pueden hacer realidad por un día la libertad de imprenta. Por cierto, suele irritar a algunos lectores que colaboradores habituales del diario, o políticos de renombre, utilicen ese espacio para sus polémicas. Consideran que ese espacio es pequeño, y grande el número de cartas de los lectores, y son muchos los que escriben y se sienten defraudados al no ver publicadas sus cartas. Son conscientes de que es una sección muy leída, porque la brevedad invita a los lectores a pasar por ella. Por el mismo motivo, escritores, articulistas y políticos -que también son lectores- pueden en quince líneas publicadas en esa sección llegar a más lectores que con las 120 o 160 líneas de uno de sus habituales artículos de fondo. Obviamente, no todo se puede contar o argumentar en quince líneas, pero la claridad, brevedad y concisión siempre han sido virtudes periodísticas.

El Defensor se ha puesto en contacto con la sección de Opinión para recabar datos y consejos que ofrecer a los lectores que se quejan al no ver sus cartas publicadas. Espacios como el Foro Digital, de reciente creación en el diario y conectado, como su nombre indica, con ELPAIS.com no es una alternativa, aunque en la página web de EL PAÍS, sí se recogen cartas que no se publican en la edición impresa al disponer de más espacio.

Según me informan en la sección de Opinión, llegan al periódico diariamente unas doscientas cartas que, en su inmensa mayoría, vienen en forma de correo electrónico. El volumen de la correspondencia crece o disminuye al vaivén de la actualidad. En momentos de gran tensión informativa, crisis políticas, guerra de Irak, etcétera, se incrementa el número de cartas que disminuye cuando decae la información.

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Si tenemos en cuenta que se publican diariamente unas seis cartas al director y, si aceptamos una media de doscientas cartas, significa que mensualmente unos 1.700 lectores no consiguen que sus misivas lleguen a la rotativa del diario. Algunos de estos lectores, cansados de intentar publicar sus cartas, piden el amparo del Defensor que ha preguntado a los responsables de la sección de Opinión cuáles son los requisitos ideales que una carta debe tener para ser publicada en el diario.

Recomendaciones

Las normas, además de cumplir los requisitos formales -brevedad, firma, dirección, teléfono y DNI o número de pasaporte- son similares a las de los artículos periodísticos: deben estar bien escritas, ser amenas y tratar temas de actualidad. La selección diaria de las cartas es tarea de los redactores de la sección de Opinión. Las cartas más polémicas son la sal de una sección, que tiene la obligación de captar el interés de los lectores igual que cualquier otra del diario. Es decir, las cartas más polémicas por su estilo o por su contenido son las más atractivas para los lectores siempre que respeten a las personas y a los hechos. El Defensor considera que una atenta lectura de las Cartas al Director de cualquier diario -que al fin y al cabo es una parte más de la sección de Opinión del diario- dice mucho sobre la línea editorial e informativa del medio. Ahí se recoge el material que la actualidad va dejando en la orilla del periódico una vez que ha pasado por las manos de los lectores más participativos. Ver qué estilos de cartas se publican, cuáles son las inquietudes de sus lectores, incluso qué críticas es capaz de encajar un diario, siempre es un aliciente para leer esa sección. Y los periodistas muchas veces buscamos ahí material para nuestro trabajo y algunos lectores tuvieron ahí su minuto de gloria.

Por ejemplo, Carolina Alguacil, autora del término mileurista que tanta fortuna ha tenido y que ya camina solo por páginas y medios audiovisuales.

Carolina escribió una carta, a mediados de agosto de 2005, que salió publicada bajo el título Yo soy mileurista. Y en cuatro párrafos trazó un perfil generacional. Comenzaba así: "El mileurista es aquel joven de 25 a 34 años, licenciado, bien preparado, que habla idiomas, tiene posgrados, másteres y cursillos. Normalmente iniciado en la hostelería, ha pasado grandes temporadas en trabajos no remunerados, llamados eufemísticamente becarios, prácticos (claro), trainings, etcétera". Y terminaba: "El mileurista no ahorra, no tiene casa, no tiene coche, no tiene hijos, vive al día. A veces es divertido, pero ya cansa. El mileurista ha ido a "Europa" este verano, en uno de esos vuelos baratos, donde te hablan de tú, y ha dormido en un hostal joven (qué divertido). El mileurista ha pagado lo mismo por un café, incluso menos por la comida, que en su ciudad. Pregunta, investiga y allí los alquileres son parecidos, y piensa que España está ya a nivel europeo. Pero lo malo es que se ríen cuando dice que gana "nine hundred and ninety seven euros".

La carta fue el origen de un amplio reportaje que fue portada del suplemento Domingo, en el que el periodista Antonio Jiménez Barca habló con Carolina Alguacil y otros jóvenes para trazar el retrato de esta generación de mileuristas.

El diálogo de un periódico con sus lectores es parte de ese contrato invisible de confianza sobre el que se asienta la credibilidad de un medio. Todo lo que contribuya a mejorar ese diálogo es necesario. Y el espacio aunque sea un bien escaso es imprescindible. Es una ambición razonable de los lectores.

Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electrónico (defensor@elpais.es), o telefonear al número 91 337 78 36.

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