Reportaje:Elecciones 27M

Primera campaña desde el poder

El vicepresidente esgrime su gestión allá donde va para conquistar más alcaldías

Con los dedos de Anxo Quintana el Bloque Nacionalista Galego ha tocado su poder más preciado: la Xunta. Después de un año y medio con la corbata de vicepresidente anudada al cuello, el líder de los nacionalistas ha vuelto a enfundarse el mono de campaña. En 15 días atravesará más de 7.000 kilómetros de carreteras y pistas. Sus asesores en marketing político le han hecho remar, golpear la batería, jugar a los bolos y comerse su pánico a las alturas volando en helicóptero. El vicepresidente tiene que hacerse ver cueste lo que cueste. Es la imagen del nacionalismo en el gobierno, el icono con el ...

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Con los dedos de Anxo Quintana el Bloque Nacionalista Galego ha tocado su poder más preciado: la Xunta. Después de un año y medio con la corbata de vicepresidente anudada al cuello, el líder de los nacionalistas ha vuelto a enfundarse el mono de campaña. En 15 días atravesará más de 7.000 kilómetros de carreteras y pistas. Sus asesores en marketing político le han hecho remar, golpear la batería, jugar a los bolos y comerse su pánico a las alturas volando en helicóptero. El vicepresidente tiene que hacerse ver cueste lo que cueste. Es la imagen del nacionalismo en el gobierno, el icono con el que el Bloque confía en seducir a los vecinos y multiplicar sus dominios municipales.

Los dirigentes locales presentan en los mítines a Quintana como un conseguidor

Al despacho del número dos de la Xunta le salieron cuatro ruedas y un motor. Desde el día en que empezó la campaña electoral, Quintana lee la prensa, departe con sus colaboradores y prepara sus discursos en el asiento de un Citroën C5, escuchando música de jazz, Berrogüeto y Suso Vaamonde. De Allariz, pasando por donde digan sus asesores, a Allariz, la esquina orensana donde duerme todas las noches.

Cada tarde, hay un polideportivo, auditorio o teatro en Galicia donde cientos de personas escuchan estas palabras. "En estos momentos, hace su entrada el vicepresidente de la Xunta y portavoz nacional del BNG, ¡Anxo Quintana!" Por primera vez desde que se fundó el Bloque, en 1982, la megafonía de los mítines nacionalistas pregona con trompas y clarines la entrada en el recinto de un cargo de la Xunta.

Y también desde el estrado se anuncian guarderías, centros de día, residencias para mayores, suelo industrial y viviendas protegidas. La gestión en las consellerías controladas por el BNG está presente cada día en los mítines y reuniones vecinales que protagoniza Quintana, convertido para sus correligionarios en un conseguidor.

El portavoz nacional del Bloque ha hecho "gestiones" desde Vicepresidencia y ha logrado que Caixa Galicia sustituya el recinto de ocio que iba a construir en Ribeira por un centro de día para mayores. Así lo relató esta semana en un mitin Ana Álvarez, miembro de la candidatura del Bloque en este ayuntamiento coruñés, para persuadir a sus convecinos de las ventajas de votar a los nacionalistas. "En cuanto Dominga Brión [cabeza de cartel del BNG en Ribeira] se enteró

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[del proyecto de Caixa Galicia] llamó a Anxo Quintana. Y le dijo: 'Anxo, Ribeira no necesita un centro de ocio sino uno de día'. Anxo hizo la gestión".

Nunca hasta ahora se pedía desde el púlpito nacionalista "colaboración institucional" con la Xunta. Ahora éste es uno de los grandes argumentos de Quintana para convencer a los electores de que voten al Bloque en las municipales. Porque, aduce, si quieren recibir del Gobierno gallego pisos sociales, escuelas infantiles, geriátricos y medios para luchar contra los incendios, sólo un alcalde de su partido cooperará con los conselleiros nacionalistas en tal tarea.

Quintana ha retomado en esta campaña el afán por acercarse a la "gente" "Los del BNG somos los que más nos parecemos a la gente normal", proclama allá donde va. Obsesionado por llegar a las masas, orgulloso de las cifras de audiencia en la tele, el líder nacionalista se pasea por Galicia como el alcalde de pueblo que fue. "De eso de ser alcalde puedo hablar con bastante conocimiento de causa", dice.

En su primera gira electoral como vicepresidente a Quintana le ataca a veces la nostalgia. Cuando hace unos días pisó la Praza do Concello de O Porriño (Pontevedra), recordó a su padre, vendedor al por mayor, y los viajes que con él hacía a este ayuntamiento, ahora del BNG. Y a la cabeza se le vino aquel día en el que vieron a un niño colocar una peseta en los raíles para que fuese triturada por el tranvía. El padre del nacionalista le dio un giro político a la travesura. "Acaba de aplastar a Franco y ni se ha dado cuenta", susurró. Cuarenta años después, junto a las vías donde se hizo añicos la cara del dictador, la megafonía anuncia la entrada del primer vicepresidente nacionalista de la Xunta.

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