Columna

El consejero atrapado

De todas las izquierdas verdaderas que pueblan los rincones de la política, hay una que goza del alto mérito de ser la izquierda inteligente, denominación que se ha autoadjudicado, sin complejo alguno. Llegó a esculpir tamaña y humilde definición en un lema electoral. Esta izquierda inteligente, lo es tanto que ha perpetrado una fórmula de entrevista peculiar, cuyo cuestionario no lo hace el periodista, sino el entrevistado, siempre siguiendo el mismo esquema. El periodista hace la pregunta, y el tipo responde automáticamente, "ésta no es la pregunta, permítame", y nos ilumina a todos con la p...

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De todas las izquierdas verdaderas que pueblan los rincones de la política, hay una que goza del alto mérito de ser la izquierda inteligente, denominación que se ha autoadjudicado, sin complejo alguno. Llegó a esculpir tamaña y humilde definición en un lema electoral. Esta izquierda inteligente, lo es tanto que ha perpetrado una fórmula de entrevista peculiar, cuyo cuestionario no lo hace el periodista, sino el entrevistado, siempre siguiendo el mismo esquema. El periodista hace la pregunta, y el tipo responde automáticamente, "ésta no es la pregunta, permítame", y nos ilumina a todos con la pregunta pertinente, que, por supuesto es la buena, la que interesa al mundo mundial y la que pasaba por allí, casualmente en su agenda. Ni que decir tiene que, generalmente, el periodista se queda a cuadros. Lo que pasó el otro día en TV-3, en la entrevista que Josep Cuní hizo a Joan Saura, fue uno de los ejemplos más fantásticos de esta nueva especie de político, cuya sabiduría intelectual lo sitúa por encima de los pobres mortales que se atreven a ejercer el simple oficio de informador. Por supuesto, Saura sabe mucho más de periodismo que este tipo que está empezando en el oficio, un tal Cuní. Y, fiel a su condición de decano del colegio, se atrevió a decirle a Josep qué era lo que podía preguntar y lo que no, hasta el punto de que aprovechó el ataque de elegancia que le dio al bueno de Cuní, (quizá porque aún mantiene el gusto por el buen estilo), para intentar hundirlo como profesional. Lo peor es que Saura sabe que si Josep Cuní le hubiera contestado todo lo que conoce, le habría sacado hasta los colores de la bandera. La diferencia fue abismal. Saura jugó sucio y no tuvo problemas en mentir. Cuní decidió jugar limpio y batirse en retirada. Queda, para las escuelas de periodismo, este rifirrafe entre un profesional que intenta hacer su trabajo y un político que olvida que la información no es una malvada arma de los enemigos de la causa, sino uno de los bienes primeros de la democracia. Podría hablar de prepotencia. Pero, ¿para qué ser redundante?

El artículo daría para mucho, siguiendo este hilo iniciado. De hecho, hace tiempo que pienso que este tonito elitista, tan necesitado de demostrar su superioridad intelectual, es muy propio del despotismo seudoilustrado, sea éste azul derecha o sea rojo pasión. Pero he usado el verbo mentir al hablar del consejero, y no dejaré sin explicación una acusación tan rotunda. Intentaba Cuní preguntar sobre el feo asunto Núria Pòrtulas, y se remitía a las críticas que Saura ha recibido "desde el entorno de su propia formación política". Joan Saura no sólo lo tildó de mentiroso, sino que le retó a demostrarlo y le increpó que esas preguntas no podía hacerlas. Bien. Hagamos un pequeño rescate de titulares informativos de los últimos días. Europa Press: "Els verds piden la liberación de la joven anarquista Núria Pòrtulas", y su portavoz, Antoni Garcia, insta a la Generalitat "a reconocer sus errores en la detención de la joven". ¿Será que Els verds no son entorno de Saura? Continuamos. Acuerdo del Ayuntamiento de Palamós, de 10 de abril, instado por ICV: moción pidiendo su excarcelación. Información de El Punt: "ICV teme que el caso Pòrtulas les pase factura en algún municipio". O el propio EL PAÍS, que textualmente publicaba, "Los familiares mantienen una pugna con el Departamento por la acción que condujo a la detención de Núria Pòrtulas". Y después queda toda la larga retahíla de personas que han pedido su liberación y que Xavier Rius reflejó, con meridiana precisión, en un artículo en e-notícies: la gente de PSUC-viu, el alcaldable de ICV por Figueras, Richard Elelman (que llegó a decir que quizás el departamento tendría que pedir perdón), personas de izquierdas, como Lluís Llach, Manu Chao, Quimi Portet, Marina Rosell, Ferran Torrent, Joel Joan, Pepe Rubianes, Josep Maria Terricabras, Eudald Carbonell, Ventura Pons, Carles Canut, Pep Bou y el Teatre de Guerrilla. ¿Es posible imaginar que Joan Saura, cuando imprecaba duramente a Cuní, no sabía nada de todo este "entorno" cómplice, que está seriamente molesto con lo que ha ocurrido? Personalmente, creo que Saura actuó como un político acorralado, panza arriba, sin otra salida que transformar la pregunta incómoda, en una respuesta falsa. Y por la puerta falsa, escatimó una respuesta que tenía la obligación moral de dar. Además, intentó culpar por elevación a la Audiencia Nacional, como si su departamento no tuviera nada que ver con la detención de Núria. Entonces, ¿todos los informes de los Mossos que sirven de base a la Audiencia para detenerla, quien los ha escrito? ¿Un policía nacional camuflado de mosso? ¿Alguien del PP transmudado en Joan Boada? Parecería una broma si no fuera deplorable.

Dos conclusiones, de las muchas posibles. La primera es que Interior está en manos de gente que vive con incomodidad el cargo y cuyos criterios en materia de seguridad están más sometidos a sus neuras ideológicas que a una concepción profesional. Lo último, comentando que no saben si comprarán las armas de aturdimiento de detenidos -tal como han hecho la mayoría de países europeos- porque Amnistía no lo ve claro, es casi jocoso. O sea que Amnistía es el organismo de interlocución sobre seguridad, del equipo Saura. Lejos de entender que han asumido una cartera compleja, cuyas raíces ahondan en lo más antipático de un país, y que tienen en sus manos un pilar de la democracia, el de la seguridad, sacan a pasear el alma antisistema y, metidos en el coche oficial, hacen el amor y no la guerra. De ahí, al despropósito de contemplar cómo los ataques más virulentos contra los Mossos salen del departamento que tendría que defenderlos, algo nunca visto antes. ¡Qué pronto hemos añorado a Montserrat Tura! Por eso les pone tan nerviosos el asunto Pòrtulas. Justamente por lo mismo que preguntaba acertadamente Josep Cuní: por qué el entorno de Iniciativa lleva faltal gobernar Interior y lo que significa. Y así vamos, haciendo la puta y la Ramoneta con un departamento que merecería menos ideología de flower power y algo más de rigor profesional. Finalmente, la segunda conclusión, la rapidez con que alguna progresía pasa de manifestarse a favor de la libertad de expresión, a reñir y mentir a los periodistas, cuando les disgustan las preguntas. Y es que estar en la cúpula del sistema y a la vez tener alma antisistema debe de ser muy difícil. Carne de psicoanálisis, no tengan duda.

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