Análisis:A LA PARRILLA

Microondas

Cuenta atrás (Cuatro) se suma al corpus de series nacionales que va desde Brigada Central hasta El comisario, pasando por otros ejemplos de españolización del género. Al igual que ocurre con otros modelos europeos de ficción policiaca, se suple la falta de medios respecto a las producciones norteamericanas con personajes cercanos que conecten con la audiencia. En este caso, la baza es Corso, un poli indisciplinado en todos los sentidos del término que, en plan Bruce Willis, funciona más por intuición que siguiendo el conducto reglamentario. Lo interpreta Dani Martín, que a...

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Cuenta atrás (Cuatro) se suma al corpus de series nacionales que va desde Brigada Central hasta El comisario, pasando por otros ejemplos de españolización del género. Al igual que ocurre con otros modelos europeos de ficción policiaca, se suple la falta de medios respecto a las producciones norteamericanas con personajes cercanos que conecten con la audiencia. En este caso, la baza es Corso, un poli indisciplinado en todos los sentidos del término que, en plan Bruce Willis, funciona más por intuición que siguiendo el conducto reglamentario. Lo interpreta Dani Martín, que aporta un carisma más verosímil cuando dispara, persigue o mira fijamente a sus interlocutores que cuando habla (la vocalización no es un problema del cine español sino de todo el proceso educativo, ese desastre). Su energía, sin embargo, y su capacidad para transmitir las emociones rápidas que requiere la televisión le permiten salir ileso de un primer papel hecho a medida y en el que se ha visto arropado por un grupo de solventes actores secundarios.

La trama, en cambio, abusa de que los personajes tengan que explicar cómo avanza el argumento, anulando así la contribución deductiva del espectador. Utilizando un símil culinario, podría decirse que allí donde la serie 24 funciona con un milimetrado fuego lento, que convierte la cocción de los conflictos en una experiencia sutil y envolvente para el espectador, en Cuenta atrás se recurre a un efecto microondas que desenreda nudos con cierta torpeza. Tampoco faltan los inevitables tópicos de todas las series policiacas, correctamente administrados por un guión que, en el primer capítulo, sólo apuntó una mínima parte de los secretos que esconden los personajes (motivaciones, traumas, relaciones, pasados, conflictos). A estas alturas resulta imposible ver una serie de este tipo sin arrastrar las referencias anteriores, lo cual supone un lastre que juega a favor de la historia cuando convierte lo familiar en atajo y en contra cuando mecaniza nuestra atención.

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